Olvidados. La aventura de los granadinos de La Nueve (y III)

-Olvidados. Los granadinos de la Nueve que liberaron París (I)
-Olvidados. La aventura de los granadinos de la Nueve (II)
De Argelia a Inglaterra
Como señalamos en artículos anteriores, La Nueve, fue una de las cuatro compañías, tres de combate (novena, décima y undécima) y una de acompañamiento o apoyo (CA3), que conformaron el tercer batallón del Regimiento de Marcha del Chad (Régiment de Marcha du Chad/RMT) al mando de Dronne. Inicialmente, fueron concentrados, armados y entrenados en el verano de 1943 en el Norte de África, completando su formación en el otoño de ese mismo año en Skhirat –una pequeña localidad entre Rabat y Casablanca-, en la costa atlántica. Allí recibió material bélico norteamericano (ametralladoras pesadas y ligeras desmontables en cada vehículo, morteros, bazucas, granadas de mano y minas anticarro, así como armamento personal); se familiarizó en su montaje desmontaje, recibió instrucción militar y el entrenamiento con fuego real –hubo heridos y muertos- así como su versatilidad, ya que todos debían saber de todo: desde conducir diferentes vehículos como los half-tracks (semiorugas blindados con dos ametralladoras), utilizar diferentes armas con el objetivo de si alguno caía fuera inmediatamente reemplazado y, por supuesto, mejorar su condición física. Fue intensa en un periodo corto de tiempo.
Todos ellos fueron bautizados por sus propios ocupantes, previa autorización de Dronne. Y eso explica la presencia mayoritaria española en La Nueve con nombres significativos de la guerra civil: “Los Cosacos”, “Guernica”, “Madrid”, “Teruel”, “Brunete”, “Resistance”, “Ebro”, “Guadalajara” o “Santander” entre otros
Allí, La Nueve se convirtió en una unidad blindada de infantería motorizada dividida en tres secciones de combate. Cada una de estas secciones contaba con cinco vehículos semioruga half-tracks, otro de reparaciones, un jeep de mando y cuatro camiones de transporte. Todos ellos fueron bautizados por sus propios ocupantes, previa autorización de Dronne. Y eso explica la presencia mayoritaria española en La Nueve con nombres significativos de la guerra civil: “Los Cosacos”, “Guernica”, “Madrid”, “Teruel”, “Brunete”, “Resistance”, “Ebro”, “Guadalajara” o “Santander” entre otros. Terminado el proceso de formación, en abril de 1944, se trasladó a Orán y semanas más tarde partió hacia Inglaterra. La Nueve, concretamente, partió desde el puerto argelino de Mers-el-Kebir en dirección a Greenock (Escocia) liderada por Dronne, a bordo del Franconia, un barco suntuoso que disponía de cabinas de crucero. Un verdadero lujo para quienes habían padecido los rigores del desierto. Al día siguiente de partir, cuando se acercaban a la altura de Gibraltar, pudieron contemplar, sobre todo los granadinos, a lo lejos las cumbres prístinas de Sierra Nevada y, probablemente, un pellizco en el estómago y la nostalgia en muchos de ellos pensando en su tierra. Tras la travesía, llegaron a finales de mayo de 1944.
Fueron días de sosiego y socialización hasta el punto de que algunos de ellos llegaron a formar una orquesta que interpretaba tangos, pasodobles o rancheras
Llegados a Inglaterra, el punto de reunión de tropa y vehículos fue Pocklington, al norte del país. Fueron días de sosiego y socialización hasta el punto de que algunos de ellos llegaron a formar una orquesta que interpretaba tangos, pasodobles o rancheras. Y en ella, el protagonista fue, precisamente, nuestro Luis Maldonado Fernández “Luis Cortés, el Gitano”, del que todos hablaban maravillas. Un integrante de esa orquesta, Daniel Hernández, recordaba sus actuaciones en diferentes pubs ingleses, destacando la actuación de “El Gitano” que, además de tocar la guitarra, bailaba flamenco extraordinariamente:
Formaron parte de la primera sección, Ramón Gualda Montero y Antonio Ruiz Ledesma; en la segunda sección, Juan Miguel Rodríguez; y, en la tercera, Antonio Almendro González, José Castilla, Luis Maldonado “El Gitano” y Alfredo Piñeiro
Y mujeres. Como señala Evelyn Mesquida, “los españoles multiplicaban sus afectos de seducción con las numerosas inglesas que, en el interior del Ejército británico, ejercían diversas funciones militares”. Aunque algunas veces no estaban exentos de pequeños conflictos que, con autoridad y humor, rel propio Dronne.[2]
Por entonces, ni mandos intermedios, como el propio Raymond Dronne, sabían dónde serían destinados los medio millón de soldados estacionados en Inglaterra. Tan es así que los soldados de La Nueve, como los demás, conocieron el desembarco de Normandía por la radio. La orden de embarcar rumbo al continente llegó el 23 de julio de 1944 y el 30 del mismo mes la compañía embarcó en un puerto cerca de Southmpton, en el Liberty Ship 483 SS Eduard Rowland Sill.
De Inglaterra al cielo de París
Tuvieron que esperar tres días a bordo por las pésimas condiciones del mar hasta que el día 4 de agosto La Nueve tomó tierra en la playa de La Madelaine, en la localidad de Sainte-Marie-du-Mont (Calvados). Pocos días después tuvieron el primer bautismo de fuego en Ecouché donde fueron bombardeados por error por la aviación norteamericana e hicieron frente a varios contraataques alemanes. Comenzaron las primeras bajas entre heridos y muertos, dos half-tracks destruidos, varios vehículos tocados, aunque hicieron más de doscientos prisioneros. Tras ese bautismo, nuevos días de calma acampados en las afueras de Ecouché. Después continuaron hacia París. Como anécdota, cuenta Raymond Dronne, en sus memorias, que Ramón Gualda perdió una cadena de su blindado que luego repararon y de él afirmaba que era uno de los conductores más expertos de La Nueve, a pesar de que en una ocasión se durmió al volante con un cigarrillo en la boca.
Y esa misma tarde-noche del 24 de agosto de 1944, con las segunda y tercera sección, sin encontrar apenas resistencia alemana, entraron en París por la Porte d´Italie, continuaron por diversas calles, atravesaron el Sena por el Puente de Austerlitz y, finalmente, alcanzaron el Hötel de Ville
La toma de París no era, precisamente, prioritaria para el Alto Mando Aliado (AMA), y en principio, éste pretendía que las tropas aliadas rodeasen la capital francesa para forzar la huida de los alemanes. Pero la insurrección popular que se inició el 18 de agosto y la presión de de Gaulle, hizo que se pusieran de acuerdo y autorizaran a las tropas francesas a avanzar sobre París. La División Leclerc se puso en marcha el 23 de agosto y a la vanguardia de ésta, La Nueve esa noche descansó cerca de Limours. El día 24 de agosto los acontecimientos se precipitaron: a medio día los hombres de La Nueve tuvieron que inutilizar varias piezas de artillería en la localidad de Antony y luego reanudaron su marcha hacia Fresnes para reforzar el flanco de otras tropas aliadas. Cerca de París, Dronne recibió la orden de retroceder para encontrarse con Leclerc al sur de Croix-de-Berny. Allí Dronne recibió la orden de avanzar sobre París los más rápidamente posible y con todo lo que tuviese a su alcance. Y esa misma tarde-noche del 24 de agosto de 1944, con las segunda y tercera sección, sin encontrar apenas resistencia alemana, entraron en París por la Porte d´Italie, continuaron por diversas calles, atravesaron el Sena por el Puente de Austerlitz y, finalmente, alcanzaron el Hötel de Ville.
Las calles de París contemplaron la entrada de La Nueve y los vehículos de la segunda y tercera sección, “Resistence”, “Belchite” “Liberation”, “Teruel”, “L´Ebre”, “Brunete”, “Guadalajara II”, “Santander”, así como tres tanques Sherman, entre otros. En total, más de 170 hombres integrantes alcanzaron París esa noche y, entre ellos, 68 españoles (el 40 por 100). La noche del 24 al 25 de agosto fue de calma tensa, rota por algunas ráfagas de armas automáticas contra los vehículos al comienzo de la noche, que fueron silenciadas rápidamente. El día 25 por la mañana, el resto de la Segunda División llegó a París y se desplegó por toda la ciudad en tres columnas. Tomó los principales puntos de resistencia alemanes: el Hotel Meurice –refugio del general Dietrich Von Choltitz y su Estado Mayor;[3] el Hotel Majestic, sede de la Gestapo; el Palais Bourbon; el Ministerio de la Marina, los jardines de las Tullerías, la Escuela Militar y el Arco del Triunfo.
En la puerta del Ayuntamiento lo esperaba Amado Granell, siendo el primer republicano español que subía la gran escalera central del edificio, que ya había sido conquistado por los republicanos españoles
El capitán Dronne, con una de las secciones, fue la primera que llegó al Ayuntamiento. Al llegar a la plaza, el primer vehículo de la sección, el half-track “Guadalajara”, donde iba nuestro granadino Luis Maldonado, “Luis Cortés, el Gitano”, se instaló junto a una acera de la calle de Rívoli y sus componentes, tras saltar del vehículo tomaron una posición de defensa. En la puerta del Ayuntamiento lo esperaba Amado Granell, siendo el primer republicano español que subía la gran escalera central del edificio, que ya había sido conquistado por los republicanos españoles. El día 25 hubo que limpiar otros puntos, algunos de ellos con heridos, y finalmente, ya casi liberada toda la ciudad, recibió a de Gaulle en la estación de Montparnasse.
París liberado, campanas al vuelo, euforia entre los parisinos y, en medio de ellos, los tripulantes españoles que no hablaban bien el francés saludando al pueblo entusiasmado y eufórico
París liberado, campanas al vuelo, euforia entre los parisinos y, en medio de ellos, los tripulantes españoles que no hablaban bien el francés saludando al pueblo entusiasmado y eufórico. El día 26 se produjo el desfile de la Victoria y de Gaulle, acompañado de los generales Leclerc y Koenig, presidió el desfile desde el Arco del Triunfo hasta la catedral de Nôtre Dame. Eso sí, protegido por varios hombres y vehículos de La Nueve, encabezados por Amado Granell, todos con sus brazaletes de la II República Española, que se emplearon a fondo ante la presencia de franco-tiradores en el recorrido que resultó más complicado de lo esperado. Manuel Pinto Queiroz, el que fuera compañero de Ramón Gualda en “La Joven María”, recuerda que:
No fueron los únicos incidentes, pues ese mismo día la ciudad sufrió dos bombardeos por la mañana y por la noche por parte de la Luftwaffe que se cobró medio millar de muertos y otros tantos heridos. Tras los fastos del desfile, llegó el descanso y La Nueve, como otras unidades, quedaron estacionadas en el Bosque de Bolonia durante dos semanas en las que no faltaron otras diversiones. Dejémoslo así.
De París al “Nido del Águila”
El 8 de septiembre La Nueve se puso de nuevo en marcha y cuatro días más tarde alcanzaron Andelot (Haute-Marne) donde apresaron a tres centenares de alemanes, alcanzaron Vittel y la localidad de Remoncourt. Reanudada la marcha al día siguiente, el 13 de septiembre de 1944, en una escaramuza en las afueras de Hymont (Vosges) resultó herido de muerte el granadino Antonio Almendro González. Era el primer granadino que dejaba su vida en su lucha contra el fascismo. Un día más tarde, La Nueve inició las operaciones para hacerse con el control de Châtel-sur-Moselle, junto a otras unidades, una batalla que duró hasta el día 19 de ese mes. El balance fue de varios muertos y heridos de distinta gravedad. Entre los heridos, otro granadino: Luis Maldonado “alias Luis Cortés el Gitano”, que fue herido en Point de Chatel sur Mosselle el 16 de septiembre de 1944. Posteriormente, en su avance hacia Estrasburgo, en uno de los enfrentamientos esporádicos con tropas alemanas perdió su vida otro granadino, Alicio Vázquez Blanco, en Ménarmont el 14 de octubre de 1944.
Con la liberación de Estrasburgo, tras dos meses de duros combates, se ponía fin a la campaña de La Nueve en la Alsacia
Con la liberación de Estrasburgo, tras dos meses de duros combates, se ponía fin a la campaña de La Nueve en la Alsacia. Nuevas bajas de soldados en batalla, pero también tuvieron que enfrentarse a duras condiciones climáticas –congelaciones por el frío, enfermedades- que impidieron un avance más rápido. Adversidades que pusieron a prueba a algunos de los combatientes, cansados y exhaustos, que protagonizaron intentos de fuga y/o deserción. Demasiado tiempo luchando.
Después de otras batallas y nuevas bajas, el 23 de abril de 1945, la Segunda División al completo se puso en marcha en dirección a Baviera, siendo La Nueve ahora dirigida por el capitán Dehen. No tardaría en atravesar los ríos Rin y Danubio. Iban camino de Berchtesgaden, el último objetivo militar, donde se situaba “El Nido del Águila” de Hitler. Esta era una pequeña localidad de la Alta Baviera, situada a los pies del Obersalzberg, una montaña en la que Hitler adquirió en 1933 y que fue la residencia habitual de Eva Braun desde 1936. Una casa cargada de historia y por la que pasaron, entre otros, el canciller británico Nevile Chamberlain o su homónimo austríaco Kurt von Schuschnigg antes del inicio de la II Guerra Mundial. Los terrenos próximos a esa casa, rebautizada como Kehlteinhaus (Casa de la Montaña) se expropiaron en 1935 para construir un cinturón de seguridad para el dictador nazi.
Por la primera sección, fue herido de bala en el hombro el último de nuestros granadinos, Ramón Gualda Montero, que llegó a las puertas de “El Nido del Águila”
Pero antes de llegar a Berchtesgaden, las tropas francesas y norteamericanas emprendieron una competición para llegar primeros a ese objetivo. La 2ª División de Lecrerc se subdividió en tres grupos para llegar a esa localidad bávara, pero tuvieron serias dificultades, sobre todo el del comandante Sarrazac, en el que se incluía La Nueve, que tuvieron que enfrentarse a la resistencia nazi en torno al pueblo de Inzell el 4 de mayo de 1945. Allí se enfrentaron a dos compañías de las Waffen-SS y varios cañones que les exigieron adentrarse en el desfiladero de Inzell, avanzando palmo a palmo de terreno ya que el terraplén de la vía férrea y los senderos vecinos estaban minados. Una batalla en la que resultó muerto un francés y quince heridos de La Nueve. Por la primera sección, fue herido de bala en el hombro el último de nuestros granadinos, Ramón Gualda Montero, que llegó a las puertas de “El Nido del Águila”. Fue evacuado a Toulon. Por fin, el resto, tomó el pueblo de Inzell el 4 mayo y allí pasaron la noche, llegando La Nueve a Berchtesgaden la tarde del día siguiente.
Lo importante es el sentimiento que para los españoles supuso la toma del último bastión fascista, después de nueve largos años largos de batalla contra el fascismo internacional
Sin embargo, fueron otras tropas aliadas las que tomaron “El Nido del Águila” el mismo día 4 de mayo, donde tuvieron enfrentamientos duros con jóvenes hitlerianos antes de llegar al búnker de Hitler, destruido por fuera, pero un verdadero palacio por dentro. Días más tarde, el 8 de mayo de 1945, el mariscal alemán Wilhelm Keitel confirmaba la rendición incondicional de Alemania en Berlín frente al general soviético Gueorgui Zhúkov. Acababa la II Guerra Mundial.
Sin entrar en los detalles de esa conquista y de sus verdaderos protagonistas, lo importante es el sentimiento que para los españoles supuso la toma del último bastión fascista, después de nueve largos años largos de batalla contra el fascismo internacional. Un componente de La Nueve, el santanderino Lucas Camons, es el que mejor lo ejemplifica:
La guerra había cobrado a sangre y fuego las vidas de la mayoría de los republicanos españoles que la integraban
Pero para llegar allí, el balance para los soldados de La Nueve fue desolador. Según Diego Gaspar Celaya, de los 160 hombres que desembarcaron en Normandía a las órdenes de Dronne a comienzos de agosto de 1944, los integrantes de La Nueve que llegaron a Berchtesgaden fueron 49 (un 30 por 100), de los que 38 eran españoles, 8 franceses y tres internacionales. Es decir, la guerra había cobrado a sangre y fuego las vidas de la mayoría de los republicanos españoles que la integraban. Más de cuarenta muertos (27 eran españoles) y cientos de heridos. Esa fue su contribución en la lucha por la libertad.
Acabada la guerra, la decepción y el olvido
La mayoría de quienes llegaron hasta aquí pensaron que finalizada la II Guerra Mundial, le tocaba el turno a Franco, último bastión del fascismo. Obviamente, se equivocaron y, de nuevo, como al inicio de la Guerra de España, se volvieron a quedar solos. De nuevo. Otra vez. Su optimismo se trocó, rápidamente, en decepción. La libertad se quedaba en los Pirineos y la orfandad de los republicanos españoles se hizo patente cuando fueron desmovilizados entre julio y agosto de 1945. Nada podían hacer, ni siquiera volver a España y la mayoría de ellos siguieron exiliados, mayoritariamente en Francia. Nunca aceptaron el “perdón” de Franco y, en algunos casos, como el de Ramón Gualda, sólo regresó de forma ocasional tras la muerte del dictador y la conquista de la democracia. Francia se convirtió para él y otros muchos en su país de adopción, allí rehízo su vida junto a su mujer y sus dos hijos que más tarde regresarían a Granada; allí trabajó en la reconstrucción de carreteras como experimentado conductor de camiones y, más tarde, en la fábrica de la Citröen. Solo una pequeña parte de La Nueve decidió continuar combatiendo junto a Leclerc en Indochina.
Un doble exilio porque también fueron olvidados. ¿Dónde quedaba el baño de multitudes de París el día de su liberación? ¿Dónde la generosidad de las naciones que fueron liberadas?
Un doble exilio porque también fueron olvidados. ¿Dónde quedaba el baño de multitudes de París el día de su liberación? ¿Dónde la generosidad de las naciones que fueron liberadas? Eso sí: percibieron una prima de mil francos, la misma que recibieron por su entrada en servicio. Una paga que se correspondía con el reconocimiento que la ONU brindó a la dictadura franquista un año más tarde, en 1946, cuando anulaba la condena a ese régimen de oprobio y, poco más tarde, Francia, les volvía a pagar con otra moneda: retomaba la relaciones diplomáticas con España. Era el precio de la guerra fría.
Un nuevo manto de silencio que duró muchos años. Olvidados de los libros de historia franceses, sólo el capitán Raymond Dronne los rescató del olvido y en sus memorias describía a los españoles como hombres “de un temple particular”, entregados a la defensa de las libertades:
Dronne los conocía bien. Decía que eran “hombres difíciles y fáciles”. Difíciles porque era preciso que aceptaran por sí mismos la autoridad de sus mandos, que debían dar ejemplo, como el propio Dronne o el propio general Leclerc “el patrón”; que debían comprender las razones y el por qué de las cosas, pero también eran fáciles porque una vez que comprendían lo que se les pedía, su entrega era total. Los conocía y sabía que su extracción social e ideológica –una mayoría de anarquistas, pero todos de izquierdas- eran, paradójicamente, antimilitaristas, pero la Guerra de España los había hecho “magníficos soldados, guerreros valientes y experimentados” y, más, porque en la lucha contra los nazis se cobraban una factura. Algunos mandos franceses decían que La Nueve era una compañía salvaje por el arrojo en la batalla y, de hecho, algunos de sus combatientes, reconocen que muchas veces luchaban con las tripas porque el recuerdo de la derrota en España lo animaba a pelear sin fisuras. La Nueve fue carne de cañón, un batallón eminentemente de choque.[7]
A tres de nuestros granadinos se les concedió la Cruz de Guerra con estrella de Bronce: a Luis Maldonado “El Gitano”, a Antonio Almendro González y a Alicio Vázquez Blanco
Y el propio general Philippe Lecrerc que valoró la presencia de españoles en La Nueve, llegando a afirmar: “Estos hombres resistieron tres años al fascismo, lo que no hizo Francia ni 40 días”. Por ello, muchos de La Nueve, lograron el reconocimiento explícito durante la batalla, otorgándoles numerosas condecoraciones. A tres de nuestros granadinos se les concedió la Cruz de Guerra con estrella de Bronce: a Luis Maldonado “El Gitano”, a Antonio Almendro González y a Alicio Vázquez Blanco. En fin, fue mucho más tarde que, gracias a las investigaciones que fueron apareciendo, comenzó a conocerse mejor la historia de La Nueve y, a partir de entonces, llegaron los primeros reconocimientos. Tuvieron que esperar hasta 1990, por ejemplo, para que a los supervivientes de La Nueve, entre ellos, nuestro granadino Ramón Gualda Montero, fueran nombrados Caballeros de la Legión de Honor Francesa –una de las más altas distinciones que concede el Ministerio de Defensa-. Por esos días, Gualda también recibió felicitaciones del entonces alcalde de Granada, Antonio Jara Andréu –que le hizo entrega de la Medalla de la Ciudad- y del Presidente del Senado, el socialista Juan José Laborda Martín y del diputado granadino Francisco Javier Valls García. Cuando Ramón Gualda falleció en Perpignan el 17 de enero de 1994, la Asociación de Caballeros de la Legión Francesa le rindió honores. El féretro fue cubierto con una bandera francesa y fue despedido con el himno de La Marsellesa. Se cumplió su deseo de que su cuerpo fuera incinerado en el crematorio de Canet en Rousillon y sus cenizas esparcidas en el Parque del Recuerdo.
¡Del Recuerdo! Y como defender la memoria es, ante todo, un acto de justicia con generaciones de luchadores antifascistas, la mejor contribución con este artículo es hacer nuestras las palabras premonitorias que el mismo Ramón Gualda trasladó a Juan José Laborda:
Así sea.
Notas al pie:
- [1] Testimonio de Daniel Hernández en MESQUIDA, Evelyn, La Nueve. Los españoles que liberaron París, Ediciones B, Barcelona, 2008, p.195.
- [2] Raymond Dronne, Carnets de route d´un croisé de la France libre, France-Empire, París, 1985, p. 261.
- [3] Tuvo que ser emocionante para los soldados de la Nueve encañonar al gobernador alemán. Fue el extremeño Antonio Gutiérrez el que se encargó de mantener encañonado a Dietrich Von Choltitz mientras esperaba que un militar del rango alemán se hiciera cargo de él. Como anécdota recordar que Von Choltiz le regaló a Gutiérrez un reloj en agradecimiento por haber respetado las convenciones militares internacionales.
- [4] Testimonio de Manuel Pinto Queiroz en MESQUIDA, Evelyn, La Nueve. Los españoles que liberaron París, Ediciones B, Barcelona, 2008, pp. 204-205.
- [5] Texto del diario personal de Lucas Camons Portillo, recogido en GASPAR CELAYA, Diego, Banda de cosacos. Historia y memoria de la Nueve y sus hombres, Marcial Pons Historia, Madrid, 2022, p. 319.
- [6] DRONNE, Raymond, “Les espagnol de la 2ª DB dans la libération de Paris”, Hispania, núm. 31, 1959. Y ”Una compañía española en la batalla de Francia y Alemania. 1944-1945”, Tiempo de Historia, núm. 85, 1981, pp. 14-29.
- [7] Véase las opiniones de Raymond Dronne en Carnets de route d´un croisé de la France libre, France-Empire, París, 1985, pp. 250 a 262.
Bibliografía:
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- ARÉVALO, Antonio, La guerra en singular. Testimonios de combatientes españoles en la liberación de Francia (1939-1945), El Cruce, Madrid, 2004.
- BARIS, Tommmaso, “Le Corps expédittionnaire françaisen Italie. Violences de “libératuers” durant l´´eté 1944”. Vingtième Siècle. Revue d´histoire, núm. 93, 2007, pp. 47-63.
- BLOND, Georges, Histoire de la Légion étrangere”, Plon, París, 1981.
- CACHERO, Gonzalo, “La historia más enigmática de los soldados españoles que liberaron París”, El País, 29 de junio de 2015.
- CAÑAS, Gabriela “París reconoce a los combatientes españoles que la liberaron”, El País, 4 de junio de 2015.
- DRONNE, Raymond, “Les espagnol de la 2ª DB dans la libération de Paris”, Hispania, núm. 31, 1959.
-, Carnets de route d´un croisé de la France libre, France-Empire, París, 1985.
-, ”Una compañía española en la batalla de Francia y Alemania. 1944-1945”, Tiempo de Historia, núm. 85, 1981, pp. 14-29.
- EGIDO LEÓN, María Ángeles, Españoles en la Segunda Guerra Mundial, Pablo Iglesias, Madrid, 2005.
- GASPAR CELAYA, Diego, Banda de cosacos. Historia y memoria de la Nueve y sus hombres, Marcial Pons Historia, Madrid, 2022.
- HASTINGS, Max, Se desataron todos los infiernos. Historia de la Segunda Guerra Mundial, E. Crítica, Barcelona, 2023.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso, SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro y GALISTEO FERNÁNDEZ, Francisco, Diccionario de la represión en Granada (1931-1981), en elaboración.
- MESQUIDA, Evelyn, La Nueve. Los españoles que liberaron París, Ediciones B, Barcelona, 2008.
- SANTOS, Félix, Españoles en la liberación de Francia: 1939-1945, Fundación de Españoles en el Mundo, 1995.
- SERRANO, Secundino, La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler. 1939-1945, Aguilar, Madrid, 2005.
- VILANOVA, Antonio, Los Olvidados. Los exiliados españoles en la Segunda Guerra Mundial, Ruedo Ibérico, París, 1969.
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Desde hace años es colaborador habitual de El Independiente de Granada, donde ha publicado numerosos artículos y reportajes sobre Memoria Democrática, muy seguidas por lectoras y lectores de este diario digital.

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