Familiares de víctimas del franquismo se reúnen en la Plaza de España de Santa Fe para reivindicar su memoria

El 8 de agosto, en torno a la fecha de desaparición de Antonio Jiménez Merino, el Mellao, cabo de la policía municipal de Santa Fe que fue torturado y ejecutado en 1936 por los golpistas, familiares de víctimas del franquismo se reúnen para honrar su memoria. Según fuentes documentales, aproximadamente sesenta personas de esta localidad fueron asesinadas desde el inicio de la guerra. La convocatoria parte de una iniciativa ciudadana que tiene un doble objetivo: conseguir que la plaza de España sea declarada Lugar de Memoria y recuperar para la historia de la ciudad el relato de aquellas vecinas y vecinos que desaparecieron en la Guerra Civil. En este sentido, en el acto se incidió en la importancia de recoger todos los testimonios posibles sobre estas víctimas y actualizar los trabajos de investigación publicados sobre la represión en Santa Fe.
En un apéndice de la obra de Molina Fajardo sobre García Lorca, el sobrino de Antonio Villafranca Jiménez descubrió que fue entregado por el teniente de Santa Fe en Víznar, junto con otros detenidos de esta localidad y de Purchil, el 16 de septiembre
Entre los relatos que se compartieron, se encontraba el de Jesús Antonio Alguacil Villafranca que recordó a su tío, Antonio Villafranca Jiménez asesinado en Víznar el 16 de septiembre de 1936. Hay que tener en cuenta que estos hechos que expone a continuación son testimonios orales procedentes de diversas fuentes que coinciden y aunque no estén contrastados documentalmente tienen visos de total verosimilitud. Antonio Villafranca Jiménez era carpintero y, para el carnaval del 36, se le ocurrió la idea de construir un artefacto de madera al que vistió con la sotana de un cura. Si se accionaba dicho artefacto mediante un mecanismo articulado se abría la sotana y salía un palo a modo del miembro viril del cura. Por este hecho fue denunciado por unas beatonas que vivían en la calle Tuerta. En septiembre se presentaron en su domicilio de la calle María la Miel un grupo entre los que se encontraba un torero conocido como el Delirio y lo arrestaron. Se sabe que estuvo detenido en la cárcel del pueblo y que los intentos de liberación por parte de su hermano ya enriquecido, José Villafranca Jiménez, no tuvieron éxito. Poco se sabe de las horas posteriores. Su sobrino, Jesús Antonio descubrió en un apéndice de la obra de Molina Fajardo sobre García Lorca, que fue entregado por el teniente de Santa Fe en Víznar, junto con otros detenidos de esta localidad y de Purchil, el 16 de septiembre. Se supone que sería fusilado esa misma madrugada. Sus restos aún no han sido identificados.
José era comunista y su nieta cuenta que una vecina avisó a la madre de que lo estaban buscando. Este se escondió debajo de la cama de su madre, Vicenta. Pasaron unos días y le dijeron que el peligro ya había pasado. José salió a la calle y desapareció
También participó María Roldán Guerra, nieta de José Guerra Leñero, desaparecido el 20 septiembre de 1936. Estaba casado con Teresa Valero, con la que tuvo cinco hijos, de los cuales sobrevivieron tres: María, Vicenta y Josefa. En la partida de defunción, que María localizó el pasado mes de junio, no figura dónde reposan sus restos, únicamente que murió a consecuencia de las heridas sufridas a consecuencia del glorioso movimiento nacional. José era comunista y su nieta cuenta que una vecina avisó a la madre de que lo estaban buscando. Este se escondió debajo de la cama de su madre, Vicenta. Pasaron unos días y le dijeron que el peligro ya había pasado. José salió a la calle y desapareció. Su madre fue a la cárcel a buscarlo pero no lo encontró ni le dieron información alguna. María compartió su necesidad de saber dónde se encuentran los restos de su abuelo.
José Miguel Montes relató cómo fue el asesinato de su abuelo paterno, Miguel Gregorio Montes Rodríguez. Lo ejecutaron en su propia casa, situada en la calle Calderón, frente al colegio de La Purísima. Trabajaba en el campo cuidando vacas y, al enterarse de que lo buscaban para matarlo, se refugió y atrincheró en su hogar. Fue localizado, probablemente por un chivatazo. Al no poder entrar, sus asesinos treparon al tejado, retiraron las tejas y le dispararon desde allí, matándolo mientras estaba sentado en las escaleras.
Su esposa, Concepción Ruiz Villafranca -abuela de José Miguel-, fue protegida por las monjas del colegio, que la apartaron para que no presenciara la escena. Su padre, que entonces tenía solo seis años, nunca habló de lo ocurrido.
Tampoco sabe dónde está enterrado su abuelo materno, que se llamaba Agustín Rodríguez Fernández. Según le cuenta su madre, Concepción Rodríguez Bueno, su padre trabajaba como vendedor de berza y fruta, ayudado por un caballo blanco. Lo recuerda con cariño, paseándola orgulloso por el pueblo, llevándola con un pañuelo rojo al cuello.
En el Registro Civil, su defunción aparece inscrita fuera de plazo, con una escueta anotación: “fallecido donde le pilló la muerte”
Un día, Agustín salió de casa para vender, como hacía habitualmente, pero nunca regresó. Hay testimonios de personas que, tras salir de prisión, aseguraron haberlo visto en la cárcel de Viator, aunque en muy mal estado de salud. Al parecer, las condiciones allí eran inhumanas: dejaban morir a los presos de sed y hambre. No se sabe con certeza si también fue víctima en la Desbandada de Málaga a Almería. En el Registro Civil, su defunción aparece inscrita fuera de plazo, con una escueta anotación: “fallecido donde le pilló la muerte”.
Rosa María Martínez nos habló de las vivencias de su primo José María Peinado Ávila, cuando venía a veranear por Andalucía. José María era nieto de Juan Peinado Morales, alcalde de Santa Fe durante la Segunda República. Nos contó que, cuando José María vino hace tres años de vacaciones a Andalucía, su padre, Salvador Peinado Rodríguez, le pedía que pasara por el cementerio de Las Gabias para que viera la placa que habían colocado en memoria de su padre, Juan Peinado. Su padre no quería morir sin cerciorarse de la veracidad de la colocación de dicha placa. Y, efectivamente, el nombre del abuelo, Juan Peinado Morales, figura en ella como uno de los fusilados en la tapia del cementerio de esa localidad.
Además, nos contó que, hace unos días, pasó por Santa Fe y pudo estar en la sala de plenos del Ayuntamiento, donde pudo ver las sillas en las que seguro se sentaba su abuelo. Rosa supo transmitir al encuentro de familiares los sentimientos que, en aquel momento, sintió su primo José María.
También se recordó la historia del maestro comunista que, en Santa Fe, prometió el mar. Se llamaba Enrique Martínez Sidrach-Cardona. El 21 de abril de 1936 solicitó al Pleno del Ayuntamiento de Santa Fe una ayuda económica para llevar a Málaga a un grupo de niños pobres que no conocían el mar. La propuesta fue aprobada por la Corporación municipal, presidida entonces por el alcalde socialista Enrique Muñoz Arévalo -también represaliado posteriormente-, con el argumento de que con dicha iniciativa “se ensancha el espíritu de los pequeños escolares”. (Acta del Pleno del Ayuntamiento de Santa Fe, 22 de abril de 1936, fol. 42 r-v. AMSF 212).
Tras el estallido de la guerra, el maestro fue depurado del magisterio, sufrió incautación de bienes y fue objeto de un consejo de guerra y de un expediente de responsabilidades políticas. Su presencia en Santa Fe y su actividad educativa fue muy importante, a pesar de que solo duró tres años. Tuvo un papel muy relevante en la formación del alumnado pobre. En estos procesos judiciales fue apoyado por sus estudiantes, por las superioras del colegio de la Compañía de María y de las Hermanas de la Caridad, por el párroco del municipio y hasta por el cónsul de Venezuela en Granada. Era natural de Vera (Almería) y murió en Granada en 1953 con 50 años.
Como alcalde, Enrique Muñoz Arévalo desempeñó un papel clave al aliarse con los jornaleros para presionar a los patronos a cultivar las tierras fértiles de la Vega y ponerlas en producción
En la actualidad, se continúa trabajando en la recuperación de la memoria de Enrique Martínez Sidrach-Cardona y de Enrique Muñoz Arévalo, quien fue alcalde de Santa Fe desde mayo de 1932 hasta julio de 1934, y nuevamente entre febrero y julio de 1936. También fue fusilado y desaparecido en Víznar. Durante sus mandatos, desempeñó un papel clave al aliarse con los jornaleros para presionar a los patronos a cultivar las tierras fértiles de la Vega y ponerlas en producción. Esta línea de actuación queda reflejada en el Acta de Pleno del Ayuntamiento de Santa Fe del 11 de marzo de 1936, donde se propone convocar una reunión con los patronos para buscar soluciones a la crisis laboral que se arrastraba en los primeros meses del año (Archivo Municipal de Santa Fe, fol. 15 v., AMSF 212).
El alcalde promovió el encauzamiento del río Genil
El alcalde promovió el encauzamiento del río Genil. Las obras, iniciadas durante su primer mandato, quedaron paralizadas al finalizar este. La negativa de los propietarios de las fincas colindantes a ceder las lindes necesarias para construir los márgenes del río provocó el deterioro de los trabajos ya ejecutados e impidió su finalización. Ante esta situación, el pleno municipal declaró la obra de interés público en la sesión del 1 de abril de 1936, lo que permitió reanudar y completar el proyecto (Acta de Pleno del Ayuntamiento de Santa Fe, fol. 31, AMSF 212). Esta decisión generó numerosas peonadas para los trabajadores y evitó las habituales inundaciones que afectaban al anejo de Pedro Ruiz con las crecidas del río.
La familia del alcalde conserva manuscritos y correspondencia de su abuelo con personajes relevantes de la historia de España, como Fernando de los Ríos. Sus familiares han expresado su disposición a ceder estos documentos para que puedan formar parte de investigaciones científicas sobre la memoria democrática.
Sin archivos, no hay memoria
En el último año se han producido importantes contribuciones a la memoria democrática de este pueblo. Silvia González Alcalde y María Belén Marcos Segura han recuperado y publicado información sobre los casos de los hermanos Rosa, Manuel y Laureano Segura Calero, Francisco Sánchez García, los hermanos Concha, Manuel y Juan Pertíñez Tabasco, Salvador Rodríguez Pavón y Agustín Carrión Moreno.
María Belén Marcos insistió en que, sin archivos, no hay memoria. Al investigar la historia de su familia, descubrió la de Rosa Segura Calero, prima hermana de su abuelo. Junto a la investigadora Silvia González, decidió reconstruir la historia de Rosa Calero y de Concha Pertíñez Tabasco. Para ello, recurrieron a testimonios familiares, fotografías y múltiples archivos, como el Registro Civil de Santa Fe, archivos municipales y judiciales, y plataformas digitales como FamilySearch. También consultaron prensa histórica y literatura especializada.
Destacó la importancia de los archivos y fuentes documentales para completar o contrastar la transmisión oral, que puede volverse imprecisa con el tiempo
Destacó la importancia de los archivos y fuentes documentales para completar o contrastar la transmisión oral, que puede volverse imprecisa con el tiempo. Subrayó que incluso los documentos provenientes de fuentes franquistas son útiles, ya que reflejan una dureza mayor de la que suele imaginarse. Hizo un llamado a utilizar estos recursos -gratuitos en muchos casos- para reconstruir la memoria familiar, aunque reconoció que siempre habrá datos inaccesibles o dudas que no podrán resolverse por completo.
Finalmente, se remarcó la necesidad de que todas las víctimas de Santa Fe figuren en publicaciones y bases de datos especializadas, como www.todoslosnombres.org.
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