Olvidados. Los granadinos de la Nueve que liberaron París (I)

canta una sombra en París/ por las calles de Pigalle/
Rosa de negro perfil/ abren "Las flores del mal"/
dejando sobre París/ comme un souvenir/ de fiebre y coñac.
A Paris, Carlos Cano
Ellos, como tantos y tantos otros, son los Olvidados de nuestra historia.
Sobre los olvidados de la historia se extendió un tupido manto de silencio que sepultó la reparación que merecían quienes lucharon contra el fascismo. La ocultación de sus vidas, de sus historias, no ha sido sólo un olvido involuntario, casual, sino una herramienta eficaz de castigo y dominio de un relato que ha tratado siempre de soterrar el verdadero valor que aquellas personas que lucharon contra el fascismo internacional. Y en ese dominio se ha ocultado la información necesaria para restablecer la dignidad de esas personas. Porque la historia se sustenta en personas, sólo en personas. Por ello, la memoria histórica y democrática no es un mero capricho, ni una moda, sino la única forma de levantar ese oprobio histórico para reparar lo que el óxido del tiempo y la dictadura franquista ocultaron.
Defender la memoria es, ante todo, un acto de justicia con generaciones de luchadores antifascistas que, con su esfuerzo y sacrificio, permitieron la conquista de las libertades democráticas; es saber qué motivó a miles de resistentes a anteponer su propia libertad a costa de su comodidad
Defender la memoria es, ante todo, un acto de justicia con generaciones de luchadores antifascistas que, con su esfuerzo y sacrificio, permitieron la conquista de las libertades democráticas; es saber qué motivó a miles de resistentes a anteponer su propia libertad a costa de su comodidad. No renunciar a la memoria de las víctimas del abuso del poder es también una victoria contra el olvido, que reproduce eternamente esa injusticia. Pero contar una historia es escuchar el futuro, no sólo por el tópico de que sólo los pueblos que conocen su pasado están en condiciones de decidir su porvenir, sino también para saber que los recuerdos son una negociación natural con un pasado que nos permiten conocer mejor el presente. Cuando Walter Benjamín, en unas páginas muy conocidas, comenta el cuadro de Paul Klee, Angelus Novus, sitúa al Ángel de la Historia en el promontorio del horror y del dolor que le produce contemplar las bases desde las que se construyeron el proceso y el progreso de la humanidad. Pero la desmemoria es, al fin, una forma más de perpetuar la dominación de clase en la medida en que se mantiene la hegemonía ideológica de la derecha para justificar que este modelo social es incuestionable. Y, porque, como dijera Milan Kundera, la lucha del hombre contra el poder es la pugna de la memoria contra el olvido.
Franceses que, con de Gaulle al frente, un día más tarde, proclamaba a los cuatro vientos el papel protagonista, exclusivo, de los franceses en la liberación de su propia tierra, excluyendo conscientemente a mujeres, extranjeros –y, dentro de ellos, a los soldados republicanos españoles- y soldados coloniales, pero también de los comunistas franceses
Valga esta pequeña introducción para rendir un homenaje a un grupo de granadinos, desconocidos casi todos ellos, que sirvieron en las míticas filas de la Nueve, aquélla que un 24 de agosto de 1944 llegó, al mando de Raymond Dronne, hasta la plaza de Hôtel de Ville en París, aquella que, con los republicanos españoles en cabeza, devolvía generosamente a los franceses la libertad que ellos mismos le habían negado a la República española con su política de no intervención. Franceses que, con de Gaulle al frente, un día más tarde, proclamaba a los cuatro vientos el papel protagonista, exclusivo, de los franceses en la liberación de su propia tierra, excluyendo conscientemente a mujeres, extranjeros –y, dentro de ellos, a los soldados republicanos españoles- y soldados coloniales, pero también a los comunistas franceses. De Gaulle, conscientemente, lo explicitaba en su proclama de aquellos días tras la liberación de París:
Había que borrar cualquier vestigio que no respondiera al discurso dominante gaullista de reafirmar la identidad nacional perdida de los franceses de la Francia ocupada. Chauvinismo en estado puro
Y un día posterior a la liberación de París, el periódico Liberation, en primera página, ofrecía una gran foto dentro del Ayuntamiento parisino donde aparecía el castellonense Amado Granell Mesado (Burriana, 1898), junto al líder de la resistencia parisina, hablando genéricamente de “soldados americanos”, ninguneando a los republicanos españoles. Y eso que el blindado “Guadalajara” de Granell, donde ondeaba orgullosa la bandera republicana, fue el que abrió la marcha del “Desfile de la Victoria” el 25 de agosto de 1944 en los Campos Elíseos. Y eso que el propio de Gaulle, mientras recorría ufano las calles de París hasta Nôtre Dame, se rodeó de soldados de la Nueve, como escolta privilegiada. No. No fue un despiste de los periodistas, sino un inicio de reescribir la historia para ocultar a la otra Francia colaboracionista con los nazis y, al tiempo, para alimentar el histórico chauvinismo francés. Tampoco tardaron que ese mismo día, cuando un enorme grupo de republicanos españoles de mujeres, hombres y niños, exhibían cuando pasaba el desfile una larga bandera republicana de 20 metros, que habían bordado mujeres republicanas españolas, mandaron retirarla; y el 9 de septiembre, dos semanas más tarde, ordenaron a la Nueve que quitaran de sus blindados las banderas republicanas y cambiadas por otras francesas. Había que borrar cualquier vestigio que no respondiera al discurso dominante gaullista de reafirmar la identidad nacional perdida de los franceses de la Francia ocupada. Chauvinismo en estado puro.
Un relato que, como ha señalado Diego Gaspar Celaya, en su excelente investigación sobre la Nueve,[1] se debía a la necesidad que los franceses tenían de superar el trauma provocado por la reclusión vergonzosa de extranjeros en los campos de internamiento –sobre todo españoles, tras el final de la guerra civil-, su propia derrota tras el armisticio franco-alemán del 6 de junio de 1940 y la lectura compleja de los oscuros años de ocupación nazi. No crean nuestros lectores que es resentimiento hispano, pues otros investigadores como Max Hastings, erudito anglosajón sobre el conflicto de la II Guerra Mundial, afirmaba rotundamente que:
Por todo ello, los franceses necesitaron construir el mito resistencialista con un relato nacional positivo que olvidara o, al menos, minimizara el papel de las otras resistencias “extranjeras” en la liberación de Francia, engrandeciendo la lucha de los franceses en su propia liberación y, al mismo tiempo, difuminando su colaboración con los nazis.
Había que esperar hasta finales de los ochenta y comienzos de los noventa para que historiadores franceses y españoles comenzaran a levantar la memoria de los resistentes españoles
No será hasta finales de los sesenta y comienzos de los setenta del siglo pasado, tras las revueltas de mayo del 68, cuando algunas investigaciones y documentales –que siguieron estando prohibidos-[3] comenzaron a subrayar la importancia de los antifascistas europeos en la Resistencia francesa. Había que esperar hasta finales de los ochenta y comienzos de los noventa para que historiadores franceses y españoles comenzaran a levantar la memoria de los resistentes españoles. Será a comienzos de este siglo cuando diversas investigaciones, parciales y globales, especialmente la de Evelyn Mesquida sobre la Nueve, re establecieron, afortunadamente, la memoria de la participación de los republicanos españoles en la Resistencia. Pero, aún así, no hemos llegado todavía a rehabilitar el olvido a que históricamente fueron sometidos los españoles en su lucha contra el fascismo. Y, para no ir más lejos, en Granada, donde cuesta dios y sudores seguir investigando para levantar del olvido a tantos y tantos granadinos doblemente sepultados.
Y si eso ocurría en el país galo, de España ¿qué decir? Aquí, ni siquiera después de la conquista de la democracia se reconoció a aquellos luchadores antifascistas, se siguieron alimentando los relatos que fueron nuevamente sepultados en la desmemoria y cuyo recuerdo se borró de la memoria colectiva como lágrimas en la arena
Los franceses, en fin, se habían liberado de los nazis, ciertamente, pero no sin la valiosa ayuda de miles de antifascistas europeos cuya participación se ocultó sistemáticamente durante décadas. Y si eso ocurría en el país galo, de España ¿qué decir? Aquí, ni siquiera después de la conquista de la democracia se reconoció a aquellos luchadores antifascistas, se siguieron alimentando los relatos que fueron nuevamente sepultados en la desmemoria y cuyo recuerdo se borró de la memoria colectiva como lágrimas en la arena. Aquí no interesó levantar la memoria de los antifascistas españoles porque, aún hoy, los rescoldos de la guerra civil levantan ampollas entre las derechas de esta piel de toro y porque reconocer la heroicidad de un puñado de republicanos españoles, como los de la Nueve, ahora hace 81 años, supone apuntalar la complicidad del régimen franquista con el fascismo internacional.
El mito de La Nueve
Ya señalamos en artículos anteriores que dedicamos a los “barcos del exilio”, fundamentalmente en lo referente a los refugiados republicanos en el Norte de África, cómo desde que se produce la gran salida de españoles a Francia desde comienzos de 1939, la salida de muchos de ellos de los humillantes campos de concentración, era o repatriarse a España –opción poco aconsejable, aunque muchos la eligieron, pensando que no les pasaría nada- obtener un contrato fuera de los campos, integrarse a partir de abril de 1939 en las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE) o directamente firmar un contrato militar alistándose muchos de ellos en la Legión Extranjera (LE) o en los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros (MMVE).
A poco de acabada la guerra de España, los republicanos se encontraron inmersos en la II Guerra Mundial con un viejo enemigo común: los nazis de Alemania
A poco de acabada la guerra de España, los republicanos se encontraron inmersos en la II Guerra Mundial con un viejo enemigo común: los nazis de Alemania. La incorporación de los españoles a las unidades militares francesas no tuvo el éxito esperado por las autoridades francesas y más cuando éstas no les permitieron –a diferencia de polacos o checoslovacos- crear unidades autónomas, no fueran a molestar a Franco, amén del rechazo que a los republicanos españoles les producía la Legión Extranjera por su dudosa reputación. Aún así, los alistamientos en estas unidades se produjeron desde prácticamente enero de 1939 a junio de 1940.
Algunos historiadores calculan que unos 6.000 españoles se integraron en estas unidades militares francesas
Algunos historiadores calculan que unos 6.000 españoles se integraron en estas unidades militares francesas. Estos republicanos se encuadraron en los regimientos de marcha de voluntarios extranjeros (RMVE), en algunas semi-brigadas, en algunos regimientos extranjeros de Infantería o en otras semi-brigadas de la legión extranjera, entre otras unidades. Muchos de ellos retomaron las armas luchando desde Francia hasta Noruega. ¡Hasta Noruega! unos 1.000 españoles en la primavera de 1939 estaban integrados en la Legión extranjera, entonces no existía el gobierno de Vichy y se defendía aún a los aliados, y combatieron en la batalla de Narvik. Los que sobrevivieron en los combates y desertaron de la Legión Extranjera del Gobierno colaboracionista de Vichy se incorporaron en julio de 1940 a las recién creadas Fuerzas Francesas Libres (FFL), en Inglaterra. Sin embargo, los que permanecieron militarizados en la Legión Extranjera tras el armisticio fueron trasladados a África donde permanecieron sirviendo en otras unidades a las órdenes del gobierno colaboracionista de Vichy. Pero esta colaboración resultaba contradictoria para los republicanos españoles. Max Hastings, en el libro antes mencionado, así lo refleja cuando se refiere, en junio de 1940, a la batalla de Palmira:
Otros, en fin, fueron desmovilizados e ingresados en campos de concentración tanto en Francia como en el Norte de África, integrando los Grupos de Trabajadores Extranjeros (GTE).
Casi todos eran refugiados antifascistas y, por supuesto, republicanos españoles. Estuvieron compuestos, inicialmente, por dos batallones de soldados voluntarios que habían llegado desde lugares muy distintos
Esa gran movilidad –“traslados espontáneos” les llamaron sarcásticamente algunos republicanos- tiene un punto de inflexión tras el desembarco aliado en el Norte de África el 2 de noviembre de 1942, pues muchos de estos centros de internamiento se convirtieron en centros de reclutamiento para los denominados Cuerpos Francos de África (CFA), creados el 25 de noviembre de ese año. Los CFA integraron en sus filas a todos aquellos voluntarios que habían sido rechazados por el gobierno de Vichy y no tenían cabida en el ejército de África. Casi todos eran refugiados antifascistas y, por supuesto, republicanos españoles. Estuvieron compuestos, inicialmente, por dos batallones de soldados voluntarios que habían llegado desde lugares muy distintos. A finales de febrero de 1943 fueron enviados al combate junto a los ingleses, pero sufrieron numerosas bajas frente a las tropas germano-italianas. Un tercer batallón de los CFA reunió poco después a una mayoría de soldados republicanos españoles que procedían de los campos de concentración del Sáhara, liberados por tropas aliadas, así como a numeroso soldados franceses de Orán y Argel, también de origen español.
Algunos historiadores calculan que en las FFL estuvieron entre 1.300 y 1.400 republicanos españoles
Desde esos CFA la mayoría de los combatientes se unirían más tarde, en la primavera de 1943, a las Fuerzas Francesas Libres (FFL) que, a la postre, sería la base desde donde se organizarían los combatientes multinacionales (desde Egipto, Libia, Túnez, Italia o Francia) bajo bandera francesa libre. Algunos historiadores calculan que en las FFL estuvieron entre 1.300 y 1.400 republicanos españoles. Sin entrar en la compleja transformación de las diferentes unidades militares, sus refundiciones, la lucha por el poder entre distintos dirigentes militares franceses, incluido de Gaulle, lo que nos interesa es sustanciar el momento en que se crea la Nueve en Orán, en agosto de 1943, y el papel que en ella jugaron los granadinos.
La Nueve hablaba español, la mayoría de sus oficiales eran españoles, las órdenes se daban en español y, como refiere Mesquida, hasta el turuta tocaba la diana en español.
La Nueve, fue una de las cuatro compañías, tres de combate (novena, décima y undécima) y una de acompañamiento o apoyo (CA3), que conformaron el tercer batallón del Regimiento de Marcha del Chad (Régiment de Marcha du Chad/RMT). Como ha precisado la excelente investigación de Diego Gaspar Celaya, desde su creación en agosto de 1943 hasta su disolución en 1945, fueron 360 hombres de catorce nacionalidades diferentes los que sirvieron en la Nueve. Su peculiaridad estriba en que, de ellos, 181 eran españoles, en su mayoría refugiados republicanos huidos al final de la Guerra de España, aunque también hubo otros, los menos, que eran inmigrantes económicos. Por eso, a la Nueve, se la conoció como “El Batallón Hispano”. Antes de la liberación de París, en agosto de 1944, el 80 por 100 eran españoles, aunque hay que tener en cuenta las numerosas bajas que se produjeron desde que desembarcaron en Normandía y que fueron reemplazadas por otros resistentes del interior y reclutas franceses. La Nueve hablaba español, la mayoría de sus oficiales eran españoles, las órdenes se daban en español y, como refiere Mesquida, hasta el turuta tocaba la diana en español. Y si la mayoría eran españoles, según algunos estudios, fue Andalucía la región que mayor aportación hizo a la Nueve.
ANDALUCES QUE ESTUVIERON EN LA NUEVE
Almería |
Cádiz |
Córdoba |
Granada |
Huelva |
Jaén |
Málaga |
Sevilla |
16 |
3 |
4 |
8 |
1 |
3 |
3 |
3 |
Fuente: Gaspar Celaya, Diego, Banda de cosacos. Historia y memoria de la Nueve y sus hombres, Marcial Pons Historia, Madrid, 2022 y elaboración propia.
Por otro lado, esa peculiaridad de tener como base a republicanos españoles, aconsejó a los mandos militares que la dirigiera un militar francés que conociera la idiosincrasia de los republicanos españoles y, por supuesto, el idioma. El designado fue Raymon Dronne.
Raymond Dronne Raymond Dronne (Mayet, 8 de marzo de 1908 - Neuilly-sur-Seine, 5 de septiembre de 1991). Dronne provenía de una familia de agricultores y molineros asentados durante varios siglos en Sarthe, en las comunas de Écommoy y Mayet. Fue en estos dos municipios donde realizó sus estudios primarios antes de asistir al liceo de Le Mans y las universidades de Leipzig y Berlín. Fue graduado de la Escuela Libre de Ciencias Políticas y doctor en Derecho por la Facultad de París. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial era adjunto al jefe de la administración colonial en Camerún. Allí, a finales de agosto de 1940, en Duala, rechazó el armisticio francés y se unió a las Fuerzas de la Francia Libre (FFL) en agosto de 1940 a las órdenes del general Philippe Leclerc. Participó en la Campaña en África del Norte en Gabón, Fezán, Tripolitania y Túnez, donde resultó gravemente herido en Ksar Rhilane en la primavera de 1943. Tras varios meses de convalecencia, fue dado de alta en agosto de 1943, justo a tiempo para recibir el mando de La Nueve facultado por Leclerc. Su elección se debió a que estaba compuesta mayoritariamente por republicanos españoles y Dronne hablaba español pues en su época de estudiante había permanecido en Burgos en verano de 1928. Dronne tenía como subordinado y hombre de confianza de la compañía al teniente Amado Granell, un veterano de la guerra civil española. El 29 de julio de 1944 la división se embarcó en Southampton con destino a Francia. A pesar de que en los planes de los Aliados no entraba la liberación de París, Charles de Gaulle convenció a Dwight Eisenhower para desviarse hacia la ciudad, donde la resistencia había comenzado su levantamiento contra la ocupación nazi. Cuando la 2.ª División Blindada recibió la orden de marchar sobre París, el capitán Dronne, al frente de dos secciones del Regimiento del Chad en semiorugas, intentó flanquear el dispositivo enemigo desde el este cuando Leclerc, exasperado por la lentitud del avance, le dio la orden de acceder directamente a la ciudad, con las fuerzas de que dispusiera. Leclerc ordenó a Dronne: "¡Ve directo a París, entra en París!". Al mando de La Nueve, entró en la capital y se dirigió directamente al ayuntamiento, al que llegó Amado Granell la tarde del 24 de agosto de 1944. Al terminar la guerra, en febrero de 1945, fue ascendido a jefe de batallón y fue nombrado coronel en 1947. Durante su carrera política perteneció a la Agrupación del Pueblo Francés, al Centro Nacional de los Republicanos Sociales y a la Unión para la Nueva República (todos ellos gaullistas); fue alcalde de Écommoy de 1947 a 1983, senador de 1948 a 1951 y diputado por el tercer distrito electoral de Sarthe de 1951 a 1962 y de 1968 a 1978. Falleció en 1991 en Neuilly-sur-Seine, a las afueras de París, a los 83 años de edad. (Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Raymond_Dronne).
Notas:
[1] Gaspar Celaya, Diego, Banda de cosacos. Historia y memoria de la Nueve y sus hombres, Marcial Pons Historia, Madrid, 2022.
[2] HASTINGS, Max, Se desataron todos los infiernos. Historia de la Segunda Guerra Mundial, E. Crítica, Barcelona, 2023, pp. 152-153.
[3] Por ejemplo, se prohibió el estreno del documental Le Chagrín e la Pitie (1969) de Marcel Ophüls o la publicación de Robertt O. Paxton, La France de Vichy, 1940-1944, Le Seuil, París, 1973.
[4] Hastings, Max, op. cit. p. 154.
Bibliografía:
- ALTED VIGIL, Alicia, La voz de los vencidos. El exilio republicano de 1939, Aguilar, Madrid, 2005.
- ARÉVALO, Antonio, La guerra en singular. Testimonios de combatientes españoles en la liberación de Francia (1939-1945), El Cruce, Madrid, 2004.
- BARIS, Tommmaso, “Le Corps expédittionnaire françaisen Italie. Violences de “libératuers” durant l´´eté 1944”. Vingtième Siècle. Revue d´histoire, núm. 93, 2007, pp. 47-63.
- BLOND, Georges, Histoire de la Légion étrangere”, Plon, París, 1981.
- CACHERO, Gonzalo, “La historia más enigmática de los soldados españoles que liberaron París”, El País, 29 de junio de 2015.
- CAÑAS, Gabriela “París reconoce a los combatientes españoles que la liberaron”, El País, 4 de junio de 2015.
- DRONNE, Raymond, “Les espagnol de la 2ª DB dans la libération de Paris”, Hispania, núm. 31, 1959.
-, Carnets de route d´un croisé de la France libre, France-Empire, París, 1985
-,” Una compañía española en la batalla de Francia y Alemania. 1944-1945”, Tiempo de Historia, núm. 85, 1981, pp. 14-29.
- EGIDO LEÓN, María Ángeles, Españoles en la Segunda Guerra Mundial, Pablo Iglesias, Madrid, 2005.
- GASPAR CELAYA, Diego, Banda de cosacos. Historia y memoria de la Nueve y sus hombres, Marcial Pons Historia, Madrid, 2022.
- HASTINGS, Max, Se desataron todos los infiernos. Historia de la Segunda Guerra Mundial, E. Crítica, Barcelona, 2023.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso, SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro y GALISTEO FERNÁNDEZ, Francisco, Diccionario de la represión en Granada (1931-1981), en elaboración.
- MESQUIDA, Evelyn, La Nueve. Los españoles que liberaron París, Ediciones B, Barcelona, 2008.
- SANTOS, Félix, Españoles en la liberación de Francia: 1939-1945, Fundación de Españoles en el Mundo, 1995.
- SERRANO, Secundino, La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler. 1939-1945, Aguilar, Madrid, 2005.
- VILANOVA, Antonio, Los Olvidados. Los exiliados españoles en la Segunda Guerra Mundial, Ruedo Ibérico, París, 1969.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso, SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro y GALISTEO FERNÁNDEZ, Francisco, Diccionario de la represión en Granada (1931-1981), en elaboración.
_______________________________________
Desde hace años es colaborador habitual de El Independiente de Granada, donde ha publicado numerosos artículos y reportajes sobre Memoria Democrática, muy seguidas por lectoras y lectores de este diario digital.