'Testigos de La Desbandá'
El 7 de febrero de 1937, hace 84 años, empezó la masacre de la Desbandá en la carretera de Málaga a Almería, uno de los episodios de la guerra civil mejor documentados y con más testigos. Y ahora, es más importante que nunca recordar esos testimonios para rebatir la campaña negacionista de la derecha, que pretende cuestionar las dimensiones de aquel crimen de guerra contra población civil indefensa. Más de 150.000 refugiados fueron perseguidos y 5.000 asesinados, en aquella violación masiva de los derechos humanos, perpetrada por los franquistas.
El propio responsable de La Desbandá, el general golpista Queipo de Llano, nos dejó un documento sonoro que es incuestionable. Sus soflamas, desde el micrófono de Radio Sevilla, se han convertido en una de las páginas más infames en los anales de la radio, sólo comparable con los discursos impregnados de odio, pronunciados por el dictador Adolf Hitler o su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, en la Alemania nazi.
Sobre todo, aquella locución en la que Queipo amenazaba con violar y asesinar a las mujeres republicanas. Una soflama que acabó provocando el pánico de la población: "Nuestros valientes Legionarios y Regulares –vociferaba por el micrófono- han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora, por lo menos, sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen o pataleen".
"Grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación, que los bombardeó"
Y cuando el general golpista supo que una avalancha humana desordenada intentaba escapar por la carretera de la costa, se permitió bromear: "Grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación, que los bombardeó". En ese momento, Queipo de Llano se convirtió en un criminal de guerra.
The Manchester Guardian: “El camino se tornó en un infierno”
El corresponsal del diario británico The Manchester Guardian informaba así de la masacre: "La evacuación de Málaga comenzó cuando la población supo de las dificultades de los frentes, pero nadie creyó que el éxodo voluntario iba a asumir el carácter de un cataclismo humano, desconocido en la historia de Europa. Pronto se convirtió en una sangrienta realidad. El camino se tornó en un infierno bombardeado por los barcos fascistas españoles y los aviones alemanes e italianos. Pronto, el camino quedó cubierto de muerte. Se fueron abandonando enseres y bultos, y cuando la comida empezó a faltar, la marea de refugiados arrasó los campos de caña de azúcar. Los pueblos por los que pasaban se negaban a ayudarlos temerosos de futuras represalias. Muchos de ellos murieron en las cunetas, otros muchos llegaron heridos y hambrientos a Almería".
Arthur Koestler: “Los refugiados se dirigen a una trampa mortal”
También nos dejó su testimonio el escritor y periodista Arthur Koestler del diario británico News Chronicle: "El río de refugiados se dirige a una trampa mortal. La carretera está todavía abierta, pero bajo el fuego de los barcos de guerra y de los aviones que ametrallan a los refugiados". Koestler demostró en sus crónicas cómo la Italia fascista de Mussolini había roto el acuerdo internacional de "no intervención".
El periodista británico denunció al mundo cómo el dictador italiano estaba apoyando a Franco con el Corpo Truppe Volontarie. Es decir, 20.000 efectivos, equipados con artillería ligera y tanques, que habían desembarcado en Cádiz para tomar Málaga y masacrar a la población, que huía en desbandá por la carretera de la costa.
Por su parte, el investigador Adolfo Sánchez Vázquez describió cómo el sufrimiento hizo enloquecer a muchas personas: “Como fantasmas en la noche última se arrastran los cuerpos con los pies sangrando, los pulmones secos y las bocas jadeantes, aunque también hay algunos que avanzan como autómatas, pronunciando palabras incoherentes, ya fuera del reino de la cordura”.
Norman Bethune: “Yacían hambrientos en los campos”
Y cuando conoció la Desbandá, el médico canadiense Norman Bethune, acompañado de sus colaboradores Hazen Sise y Thomas Worsley, viajaron con su ambulancia desde Almería a Málaga para socorrer a las víctimas y salvaron muchas vidas. Bethune anotó en su diario: "Lo que quiero contaros es lo que yo mismo vi en esta marcha forzada, la más grande, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos".
Más tarde, señalaba: "Yacían hambrientos en los campos, atenazados, moviéndose solamente para mordisquear alguna hierba. Sedientos, descansando sobre las rocas o vagando temblorosos sin rumbo. Los muertos estaban esparcidos entre los enfermos con los ojos abiertos al Sol".
Y finalmente se preguntó: "¿Qué crimen habían cometido estos hombres de la ciudad para ser asesinados de modo tan sangriento? Su único crimen había sido el de votar por un Gobierno del pueblo". Esta traumática experiencia le llevaría a escribir su relato El crimen de la carretera Málaga-Almería.
Otros dos investigadores de La Desbandá, Arenas y Girón, describieron así la decisiva intervención de Norman Bethune y su equipo médico: "El doctor Bethune se encontró una riada de personas masacradas por tierra, mar y aire. Dicha columna humana la componen fundamentalmente mujeres, ancianos y niños, todos ellos exhaustos, hambrientos y angustiados por la situación que acaban de vivir…Desbordados ante la avalancha humana que pide ser rescatada de ese infierno, Bethune y sus compañeros deciden establecer unas prioridades y llevar fundamentalmente a enfermos y niños".
Precisamente, Hazen Sise, compañero del doctor Bethune, ejerció también como periodista, dejándonos un reportaje gráfico impresionante sobre aquellos crímenes, como prueba fehaciente para que nadie pueda negar esta masacre.
Carmen López Iglesias: “Sentíamos los aviones, tiros y la gente chillando”
También son muy valiosos los testimonios de supervivientes como Carmen López Iglesias, que tenía tres años y medio cuando le sorprendió La Desbandá, Apenas conserva recuerdos personales, pero sus padres le contaron aquella terrible experiencia cuando cumplió los catorce.
Carmen salió huyendo con sus padres y cinco hermanos más, desde Salobreña. Ella era la más pequña e iba cogida de la falda de su madre, que estaba embarazada
Carmen salió huyendo con sus padres y cinco hermanos más, desde Salobreña. Ella era la más pequeña e iba cogida de la falda de su madre, que estaba embarazada. Llevaban un burro cargado con algunos alimentos, la máquina de coser de su madre y un cuadro de la Virgen: "Todo lo demás tuvimos que dejarlo en casa, pues no nos dio tiempo a cargar más cosas. Tuvimos que salir corriendo”. Caminaban de noche, entre los maizales, para no ser vistos por la marina franquista que bombardeaba desde la costa, y, sobre todo, por los aviones nazis, aliados de Franco, que ametrallaban a los refugiados: “Sentíamos los aviones, tiros y la gente chillando. Mis padres intentaban protegernos. Veíamos a mucha gente huyendo".
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