Muchachito: Huracán de swing rumbeado

Cuentan las buenas lenguas que Jairo Perera se curtió él solo en la calle y pasando la gorra; cabe la posibilidad de que siga con la misma guitarra (y el mismo sombrero) que ahora lleva, por el vetusto aspecto de ambos. Si bien este fin de semana estuvo con la compañía de su socio Lere (Gerard Mases, también de Dry Martina) al contrabajo y a la caja de pie, lo que le daba cierta apariencia rockabilly, y sin su pintor de confianza, Santos de Veracruz, que tardaba un concierto en armar un mural completo; nunca supimos si los conciertos duraban lo que tardaba en pintarlo o era al revés.
Rumbero de base, maneja Perera el ‘Ventilador’ con fuerza punk (hay mucho en Muchachito del primigenio Manu Chao en solitario) y una muñeca de la que saltan chispas y sangre. Más que ‘ventilador’ es un huracán a todo trapo. Siempre con palabras de simpatía, buen humor y ese gracejo personal tan suyo, complaciendo peticiones y con una capacidad de maniobra que solo puede permitir ese formato escaso. No hay más, no hay punteos de vértigo ni más posibilidades que meterle energía ferroviaria al antebrazo hasta que las cuerdas salten… Y lo hicieron, en una inagotable y larga sesión de dos horas.
Muchachito rindió a un público que llenó la sala Aliatar con ganas de fiesta y de pasarlo bien, algo en lo que Perera es un maestro de ceremonias. Si quieren fiesta, sana y en toda la extensión del término pongan a un Muchachito en sus vidas.
Una entusiasmada Soleá Morente, en primerísima fila, acaso estuviera cogiendo ideas para su próxima mutación, ya lo sabremos en el futuro.