En Navidad, consume productos de Granada.
Flora y fauna del Parque nacional que comienzan a sufrir las consecuencias de la variación de las temperaturas

Víctimas del cambio climático en Sierra Nevada

E+I+D+i - Ignacio Henares - Domingo, 6 de Noviembre de 2022
Ignacio Henares, uno de los más reconocidos divulgadores de la naturaleza, -"biólogo de bata, de bota, y de gabinete" y Máster en Gestión del Medio Ambiente y del Agua por la Universidad de Granada- nos muestra en este extraordinario reportaje cómo el cambio climático ya afecta a especies de flora y fauna de las cumbres de Sierra Nevada.
Cabra montés, con el Mulhacén al fondo.
José Miguel Muñoz
Cabra montés, con el Mulhacén al fondo.
Este domingo arranca en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh la 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en plena crisis energética y con los vientos de la recesión soplando sobre la economía mundial. Con este motivo, Ignacio Henares nos ofrece este espléndido trabajo que llama a la concienciación y que alerta de las terribles consecuencias del calentamiento global que, si bien, conocemos por la desaparición de glaciares en los polos o por los pantanos en mínimos, se aprecia ya muy cerca de nosotros, como es el Parque Nacional de Sierra Nevada.

Ha acabado el mes de octubre con el titular de que ha sido el más caluroso y seco en Granada desde que se tienen registros.  Cada día recibimos noticias de que se superan récords en cuanto a temperaturas y déficit de precipitaciones en unas partes del planeta mientras que en otras regiones las portadas de los medios son las imágenes de catastróficas inundaciones. Aun así, todavía hay quien sigue negando el cambio climático, aunque ya no puede achacarse a la ignorancia o al escepticismo frente a las evidencias científicas; ahora el negacionismo climático sólo puede venir de una ceguera, bien física, o bien mental cuya etiología radique en un fanatismo ideológico.

El problema lo tenemos nosotros, la especie que está provocando este cambio global

Solemos indicar que nos estamos cargando el planeta, que la naturaleza está sufriendo nuestro modelo productivo esquilmador de los recursos naturales y generador de contaminación y residuos de todo tipo, y es cierto, pero el planeta superará, quizás de manera traumática y en un plazo más o menos largo, esta situación; el problema lo tenemos nosotros, la especie que está provocando este cambio global.

Vegetación en primer plano, y el Veleta, al fondo. J.M.M.

...pero hay muchos menos focos sobre lo que está ocurriendo con la naturaleza, con nuestra extraordinaria biodiversidad

Gran parte de la atención de los medios de comunicación se centra en aspectos físicos del cambio climático, con un gran protagonismo de cuestiones como la disminución del hielo en el Polo Norte, la reducción de los glaciares o el calentamiento del agua de los mares y océanos y, sobre todo, en cómo nos va a afectar, cómo nos está afectando a nuestra sociedad. La imagen que ahora ‘peta’ para referirse al impacto del cambio climático es la de la situación de los pantanos, en mínimos históricos, y la incidencia en los cultivos y en nuestra vida cotidiana, pero hay muchos menos focos sobre lo que está ocurriendo con la naturaleza, con nuestra extraordinaria biodiversidad. 

Sin embargo, en general, no somos conscientes de cómo está afectando este cambio a escala local y regional, no sabemos apenas qué está pasando con la flora y la fauna silvestres en nuestro entorno más próximo

Es curioso que a pesar de estar a miles de kilómetros estemos familiarizados con el peligro que corren los osos en el Polo Ártico o los corales en el lejano Pacífico; sin embargo, en general, no somos conscientes de cómo está afectando este cambio a escala local y regional, no sabemos apenas qué está pasando con la flora y la fauna silvestres en nuestro entorno más próximo. Debemos conocer y ser sensibles a estos impactos ambientales y además debemos tener en cuenta que la conservación de la naturaleza y de su biodiversidad constituye la garantía para que los ecosistemas puedan seguir proveyendo de bienes y servicios a nuestra sociedad. Siquiera por esta razón de supervivencia deberíamos prestar atención y actuar en consecuencia.

Para conocer estos efectos sobre los animales y las plantas es necesario analizar los datos climáticos y realizar un seguimiento a medio y largo plazo de algunas especies bioindicadoras. Por ello los Programas de Seguimiento constituyen una herramienta poderosa para analizar qué está ocurriendo y para hacer predicciones sobre los escenarios futuros. Un ejemplo pionero lo constituye el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada que publicó el primer informe sobre “la huella del cambio global” en un espacio natural protegido y recientemente ha publicado un libro sobre las características únicas de Sierra Nevada como laboratorio de procesos naturales. De nuevo necesitamos la ciencia para tomar conciencia.

Vegetación cerca de la Laguna de Aguas Verdes. J.M.M.

Los efectos de este cambio global en nuestra flora y fauna son de naturaleza variada: hay cambios en la distribución de las especies, cambios en las tendencias poblacionales o cambios en la fenología

En estos días se ha hecho público un informe que indica que Europa se ha calentado el doble que la media mundial en las últimas tres décadas. Y dentro de nuestro continente, el ámbito mediterráneo, es uno de los lugares más sensibles al cambio climático según los informes del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. En nuestro entorno hay un efecto conjunto del incremento de la temperatura y de la disminución de la pluviosidad. A estos motores de cambio climático se unen otros que también tienen origen antrópico, como son los cambios en los usos del suelo, la pérdida de biodiversidad, la llegada de especies exóticas invasoras…  que forman en su conjunto lo que se conoce como cambio global. A la época en la que vivimos se denomina, por este motivo, el Antropoceno.

Los efectos de este cambio global en nuestra flora y fauna son de naturaleza variada: hay cambios en la distribución de las especies, cambios en las tendencias poblacionales o cambios en la fenología.

Cambios en distribución y tendencias poblacionales

Los cambios en la distribución y abundancia de las especies animales y vegetales constituyen quizás la respuesta más evidente a las alteraciones ambientales. El seguimiento de las tendencias poblacionales es una herramienta esencial para evaluar la capacidad de adaptación de las especies en un contexto de cambio global como el que estamos viviendo. Uno de los patrones más comunes, entre diferentes grupos taxonómicos, consiste en un desplazamiento altitudinal hacia cotas superiores, o latitudinal hacia cotas más septentrionales, buscando entornos climáticos más frescos en los que resguardarse de unas temperaturas que están experimentando un incremento significativo y una mayor pluviometría.

Cambios en la fenología

Las alteraciones fenológicas constituyen una de las evidencias más claras de los efectos del cambio climático sobre los ciclos vitales de los organismos. Las respuestas de los organismos para adaptarse e estos cambios son muy variadas: cambios en las fechas de reproducción de anfibios,  en las fechas migración de las aves, de emergencia de los adultos de insectos o del crecimiento, floración o fructificación de las plantas.

Una abeja posada en senecio nevadensis. J.M.M.

Veamos algunos ejemplos cercanos para aproximarnos a estos cambios que se están produciendo.

Los anfibios, termómetro del cambio climático

Los anfibios son quizás el grupo de vertebrados más sensible al cambio climático. En primer lugar, porque su piel es extremadamente permeable y sus huevos no tienen pared protectora. La exposición directa con el suelo, agua y luz solar los hacen muy vulnerables a la absorción de sustancias tóxicas a través de la piel, lo que los convierte en verdaderos termómetros de la salud de la tierra. Al ser animales de sangre fría, no son capaces de producir calor propio para mantener la temperatura entre límites constantes y su temperatura corporal depende en gran parte de la temperatura exterior.

Algunos de los efectos del cambio climático sobre los anfibios son ya evidentes. Por ejemplo el adelanto de la reproducción, motivado por el aumento de la temperatura, hace que los anfibios estén más expuestos a las heladas tardías, por lo que muchos animales mueren congelados al inicio de la estación reproductora

Algunos de los efectos del cambio climático sobre los anfibios son ya evidentes. Por ejemplo el adelanto de la reproducción, motivado por el aumento de la temperatura, hace que los anfibios estén más expuestos a las heladas tardías, por lo que muchos animales mueren congelados al inicio de la estación reproductora. También, el aumento de las temperaturas provoca en muchas zonas la desecación temprana de las masas de agua, con la consiguiente muerte de las larvas que no tienen tiempo para completar su metamorfosis. Además, el aumento de la temperatura del agua provoca una adelanto en el desarrollo larvario, lo que hace disminuir la talla de los ejemplares recién metamorfoseados, comprometiendo su supervivencia.

A estos problemas hay que unir, como hemos referido anteriormente, otros como la desaparición y fragmentación de hábitats o la aparición de nuevas enfermedades, que han conducido en conjunto a la desaparición de más de 200 especies de este grupo animal, siendo el calentamiento global la amenaza más seria a la que deberán enfrentarse estos grandes supervivientes de piel húmeda y ojos saltones. Se considera que una de cada 3 especies de anfibios se encuentra en la actualidad en peligro de extinción.

La mayor pérdida de anfibios de Europa ocurrirá, previsiblemente, en la Península Ibérica, donde la mayor parte de las especies desaparecerán como consecuencia de la aridificación que se producirá que nos hará que nos parezcamos al norte de África. Por esa razón, Andalucía oriental, es una zona especialmente sensible al cambio climático ya que la duración de los hábitats acuáticos es más corta y son menos abundantes, a lo que hay que añadir la transformación agrícola de amplias zonas de las provincias de Almería y Granada.

El Alytes dickhilleni o sapo partero bético es objeto en Sierra Nevada de controles como bioindicador del cambio climático

La situación se agrava por la extensión de la quitridiomicosis provocada por un hongo que está originando una mortandad elevada en muchas poblaciones de anfibios. Parece que el cambio climático podría estar elevando las temperaturas en las zonas altas de montaña de latitudes templadas, haciendo que estos ambientes, resulten ahora un ambiente más adecuado para su crecimiento.  La enfermedad que propaga este hongo es la bala que está matando a muchos anfibios pero el cambio climático es quien está apretando el gatillo.

“Las plantas se caen por arriba”

Una de las respuestas adaptativas de la vegetación al cambio climático, (similar a lo que ocurre con muchos grupos faunísticos), consiste en el desplazamiento altitudinal, hacia cotas superiores, buscando entornos más frescos en los que resguardarse del incremento de las temperaturas.  A escala temporal mucho más lenta, y con mayor dificultad debido a las barreras geográficas, este cambio también se produce a nivel latitudinal, pudiendo compararse los centenares de metros de ascenso en una montaña con un viaje de varios miles de kilómetros de desplazamiento hacia el Norte.

Senecio nevadensis es una especie herbácea de la familia de las asteráceas. Es un endemismo de Sierra Nevada.

La tendencia general es que las plantas más termófilas van ampliando su área de distribución y las especies adaptadas al frío, algunas en situación relicta, se van rarificando siendo este balance más acusado en el centro y norte de Europa que en las meridionales que ‘parecen llevar en su ADN’ una mayor resiliencia a los cambios de clima, ya que están mejor adaptadas a la amplitud térmica y son más resistentes a periodos de sequía, más habituales en el ámbito mediterráneo.

Esta amapola anaranjada vive en las altas cumbres occidentales de Sierra Nevada. Es una especie que se encuentra en peligro de desaparecer ante la amenaza del cambio climático.

Un caso especial es el de la flora adaptada a las especiales condiciones de la vida en las altas cumbres, por encima de los 2.500 metros. En este caso la posibilidad de ascender buscando condiciones más favorables queda limitada por la propia altitud de nuestras montañas y además porque, conforme ascendemos, se va disminuyendo el área disponible para la colonización. Con el tiempo llegará un momento en que las plantas no podrán ‘escalar’ más arriba porque se acabará la montaña, lo que provocará la desaparición de especies que se verán 'empujadas' y sustituidas por otras mejor adaptadas al nuevo escenario climático.

En el caso de las localidades estudiadas en las cumbres de Sierra Nevada, se ha constatado la desaparición de 13 especies en la última década a la vez que se han detectado 5 taxones que no habían sido citados previamente

En el caso de las localidades estudiadas en las cumbres de Sierra Nevada, se ha constatado la desaparición de 13 especies en la última década a la vez que se han detectado 5 taxones que no habían sido citados previamente. Cabe destacar la reducción del área de distribución de muchas plantas, que ha sido especialmente acusada en determinadas especies como la violeta y la romperrocas de Sierra Nevada, endemismos que viven en roquedos y cascajares o el lepidio de Sierra Nevada, una planta de la familia de las compuestas adaptada a bordes de borreguiles y gleras de esquistos y pizarras.

Por su parte Luzula hispanica y Poa minor nevadensis, dos especies ligadas a condiciones de mayor humedad, no han aparecido en los últimos censos realizados por lo que parece que se están perdiendo en las cumbres nevadenses. La primera es una herbácea de la familia de los juncos y la segunda es una gramínea asociada a los borreguiles, con lo que están directamente relacionadas tanto con el ascenso de las temperaturas como con la menor disponibilidad de agua. Otras especies vegetales muestran una clara tendencia a ascender hacia mayores altitudes como es el caso del llantén, el cardo azul o el cerrillejo.

Una excepción a este patrón general la encontramos en el suzón de Sierra Nevada, una planta endémica de nuestras cumbres del género Senecio, (que en latín significa anciano). De floración tardía, se está viendo favorecida por los otoños más largos y cálidos de las últimas décadas y el retraso en la llegada de la nieve que le permite una mayor producción de frutos.

La mariposa Apolo, un refugiado de la Edad del Hielo

La mariposa Apolo de Sierra Nevada llegó con las últimas glaciaciones del Cuaternario y ahora busca su refugio climático más adecuado remontando por las cumbres de Sierra Nevada aunque su futuro está marcado: desaparecerá con el calentamiento global.

Las poblaciones nevadenses de la Parnassius apollo, una subespecie endémica, se encuentran en el límite meridional de distribución de esta interesante y atractiva mariposa, por lo que se ha convertido en un bioindicador muy adecuado para el seguimiento del cambio climático.

La familia de mariposas Papilionidae tiene cuatro representantes en Sierra Nevada: macaón (Papilio machaon); chupaleches (Iphiclides feisthamelii); apolo de Sierra Nevada (Parnassius apollo nevadensis) y arlequín (Zerynthia rumina)

Los estudios que se están realizando persiguen ver cómo afectará el escenario previsto, a lo largo del siglo, de elevación de las temperaturas y disminución de las precipitaciones a las poblaciones de este símbolo de la fauna nevadense que deberá buscar su hábitat óptimo adaptándose a esas nuevas condiciones climáticas.

Se ha comprobado que las primaveras cálidas, sobre todo las temperaturas altas del mes de mayo, reducen el retardo altitudinal de la Apolo provocando un adelanto del periodo de vuelo. También se está analizando el impacto de los otoños cálidos que podría provocar cambios importantes en el desarrollo de las primeras fases larvarias

Como la mayor parte de las mariposas diurnas, las apolos atrasan sus periodos de vuelo en las localidades situadas a mayor altitud. Se ha comprobado que las primaveras cálidas, sobre todo las temperaturas altas del mes de mayo, reducen el retardo altitudinal de la Apolo provocando un adelanto del periodo de vuelo. También se está analizando el impacto de los otoños cálidos que podría provocar cambios importantes en el desarrollo de las primeras fases larvarias.

Podemos decir parafraseando a Lorca que la única salida que tienen estas mariposas asociadas a los sistemas montañosos es “ascendiendo en busca de las estrellas”, ya que el cambio global está afectando negativamente a todas las poblaciones españolas, provocando que escalen cada vez a mayor altitud en las montañas en busca de un hábitat adecuado para ellas.

Científicos españoles afirman que entre el 5 y el 10 por ciento de las mariposas diurnas que viven en España están amenazadas o en peligro de extinción debido a la destrucción de hábitats y al cambio climático, entre ellas la propia Apolo y “la niña de Sierra Nevada”, una especie exclusiva de nuestro macizo montañoso catalogada en peligro de extinción, al mismo nivel que el lince, el oso pardo o el urogallo. El prestigioso diario británico The Guardian incluyó a  esta pequeña mariposa, entre las diez especies más amenazadas por el cambio climático del Planeta junto a otras especies icónicas como el pingüino de Adelaida o los corales que forman la famosa Gran Barrera.

Las aves, centinelas y mensajeras del cambio climático

El primer indicador a escala mundial de los impactos del cambio climático sobre la fauna salvaje se ha encontrado en la variación de las poblaciones de aves europeas. No en vano las comunidades de aves son uno de los grupos más estudiados y son consideradas unas mensajeras y centinelas de los efectos del cambio global. Diversos estudios advierten de la reducción del área de distribución de la mayoría de las especies de aves, aumentando el riesgo de extinción de muchas de ellas. Además, muchas de ellas no podrán modificar su distribución a la velocidad con la que avanza el cambio climático, teniendo como resultado declives poblacionales.

Pero estos efectos son asimétricos, aquellas especies mejor adaptadas al cambio climático han registrado un incremento en sus poblaciones mientras que aquellas especies menos ven cómo sus poblaciones se están viendo reducidas. En todo caso se constata que el cambio climático generará más ‘perdedores’ que ‘ganadores’, ya que, según los informes de SEO-Birdlife, se calcula que hasta tres veces más de aves son afectadas negativamente por el cambio climático que las que se ven afectadas positivamente.

...están gobernadas por relojes biológicos pero también por señales ambientales que están cambiando y a las que las diferentes especies van adaptándose, acoplándose con otros organismos con los que interrelacionan

Lo que sí es apreciable para todos es los cambios en la fenología de las especies de aves. La fecha de llegada de las primeras golondrinas o del canto de los primeros ruiseñores, cuándo se marchan los vencejos o los abejarucos, las fechas de apareamiento y de nidificación… están gobernadas por relojes biológicos pero también por señales ambientales que están cambiando y a las que las diferentes especies van adaptándose, acoplándose con otros organismos con los que interrelacionan.

Los últimos informes de la ONG  especializada en aves, SEO/BirdLife indica que estamos en un momento clave para compatibilizar la lucha contra el cambio climático con la conservación de la biodiversidad, conseguir sistemas agroalimentarios realmente sostenibles y restaurar hábitats que permitan el buen funcionamiento de los ecosistemas. Y subrayan que el objetivo es tanto mejorar el estado de conservación de las especies como garantizar un futuro con calidad de vida para las personas.

Las aves de Sierra Nevada: un caso peculiar

El extraordinario número de aves presentes en Sierra Nevada, 214 especies citadas hasta el momento, es uno de los argumentos a los que se hace referencia cuando se señala que Sierra Nevada es "una gran montaña, un pequeño continente". La rica biodiversidad de aves de Sierra Nevada deriva de su elevado gradiente actitudinal, que va desde el desierto frío de la alta montaña, desde la cumbre del Mulhacén, hasta los ecosistemas semiáridos contiguos al desierto de Tabernas en el borde Este, o hasta las vegas costeras, lo que da lugar a un amplio catálogo de ecosistemas, un mosaico de múltiples nichos ecológicos para las especies de aves:  forestales, esteparias, ligadas a ámbitos urbanos y a cultivos,  a las que se suman la avifauna asociada a los ecosistemas palustres, especialmente  en las Turberas y Humedales de Padul y las especies que utilizan Sierra Nevada como pasillo migratorio y estación de servicio hacia sus cuarteles de invierno o de regreso de ellos. Este variado elenco incluye especies locales, invernantes, estivales y las que están de paso.

Chochín (Troglodytes troglodytes).

Los resultados indican que Sierra Nevada se comporta como una isla biogeográfica sujeta a fluctuaciones espacio-temporales que está muy influenciada por el territorio circundante

En el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada se han estudiado con detalle los cambios en la composición y abundancia de las comunidades de paseriformes en un gradiente altitudinal. Los resultados indican que Sierra Nevada se comporta como una isla biogeográfica sujeta a fluctuaciones espacio-temporales que está muy influenciada por el territorio circundante.

En los últimos años se ha detectado un incremento moderado de las poblaciones de aves paseriformes reproductoras de Sierra Nevada que ha corregido la disminución poblacional significativa de muchas especies en la última parte del siglo pasado que entre el año 1980 y el 2000  había visto reducida a casi un tercio la densidad de aves en algunos ecosistemas.

El roquero rojo (Monticola saxatilis).

El aumento actual es muy patente en determinados ecosistemas como los robledales y algo menos acentuado en la orla de matorral espinoso. En los ecosistemas de alta montaña esta tendencia es menos clara, con patrones estables en los enebrales-sabinares y un predominio de tendencias ligeramente negativas en las localidades situadas en las altas cumbres.

Lo que sí parece confirmarse es la tendencia a que la comunidad de aves nevadenses, en los pisos bioclimáticos oro y crioromediterráneo, va perdiendo su carácter alpino, homogeneizándose con las condiciones mediterráneas de su entorno, debido a la matorralización de la alta montaña y al efecto del cambio climático

Lo que sí parece confirmarse es la tendencia a que la comunidad de aves nevadenses, en los pisos bioclimáticos oro y crioromediterráneo, va perdiendo su carácter alpino, homogeneizándose con las condiciones mediterráneas de su entorno, debido a la matorralización de la alta montaña y al efecto del cambio climático. En 1982 se localizaron sólo 3 especies reproductoras, mientras que actualmente la cifra total asciende a 5. Por el contrario, la evolución hacia etapas más maduras de los ecosistemas situados a baja y media altitud, tanto por el abandono de los cultivos como por el efecto de las políticas activas de conservación y de gestión adaptativa, están teniendo un balance positivo sobre buena parte de estas aves.

Unos ganan y otros pierden

Sierra Nevada tiene un comportamiento diferente debido a sus peculiaridades biogeográficas y a la combinación de los efectos del cambio climático y los cambios de uso del suelo. Estos últimos, en la media montaña, están favoreciendo ambientes forestales cada vez más maduros y densos, lo que permite la recuperación de especies como muchos páridos (carboneros común y garrapinos y herrerillos común y capuchino), el chochín o la reciente colonización y expansión del trepador azul. Por el contrario, otras especies como el mirlo común o el zorzal charlo presentan una tendencia negativa. Esto es debido a la reducción de claros en el bosque por el abandono agrícola y ganadero.

Por el contrario, especies tradicionalmente dominantes en estos ecosistemas y en los enebrales y sabinares de alta montaña van desapareciendo progresivamente como es el caso de la collalba gris

Conforme ascendemos en altitud, los efectos del cambio climático se hacen más patentes y dominantes. El calentamiento está generando ambientes cada vez más propicios para especies generalistas de montaña como el colirrojo tizón o el pardillo. Por el contrario, especies tradicionalmente dominantes en estos ecosistemas y en los enebrales y sabinares de alta montaña van desapareciendo progresivamente como es el caso de la collalba gris. Este migrador de larga distancia se está rarificando, no sólo en Sierra Nevada sino también en el resto de Europa. Los migradores transaharianos están en franca regresión como consecuencia de una combinación de factores de lo que ocurre en sus territorios de reproducción, en sus zonas de invernada (a miles de kilómetros) y en los largos y extenuantes viajes a los que se enfrentan dos veces al año.

Cambios por el ático y por la planta baja

Podríamos culminar este reportaje con dos especies de pájaros que simbolizan lo que está ocurriendo en los dos extremos de la gran montaña mediterránea con el cambio climático: el acentor alpino y el camachuelo trompetero.

El acentor alpino es la única especie propiamente alpina de la avifauna nevadensis. Es una excepción al patrón general ya que se está viendo favorecida por los otoños más largos y cálidos de las últimas décadas y el retraso en la llegada de las primeras nieves.Imagen de José Miguel Barea.
Bucanetes githagineus o camacuelo trompetero.

El acentor alpino, que vino del Norte y quedó refugiado en las montañas con el retroceso de las glaciaciones, tiende a desaparecer empujado hacia arriba, donde no queda más territorio por conquistar, y condenado también por sus cambios de hábitos a zonas cada vez más restringidas

El acentor alpino es el paseriforme más característico de Sierra Nevada encontrándose en época de cría hasta la misma cumbre del Mulhacén, a 3.479 metros de altitud, la más elevada de toda el área de distribución de la especie. Se le conoce como nevero o aguzanieves debido a su afición a visitar los restos de nieve que quedan en las cumbres para recolectar los insectos que quedan atrapados. De carácter confiado, es un ave típica de la zona de altas cumbres, de cascajares y terrenos rocosos desnudos, que ha progresado gracias al uso del territorio por parte de montañeros, esquiadores y senderistas, a los que escolta con la esperanza de obtener comida fácil. El acentor alpino, que vino del Norte y quedó refugiado en las montañas con el retroceso de las glaciaciones, tiende a desaparecer empujado hacia arriba, donde no queda más territorio por conquistar, y condenado también por sus cambios de hábitos a zonas cada vez más restringidas.

El camachuelo trompetero debe su nombre a su típico canto, muy distinto al de los demás pájaros, que consiste en una nota estridente con un timbre metálico que recuerda una trompeta

El camachuelo trompetero debe su nombre a su típico canto, muy distinto al de los demás pájaros, que consiste en una nota estridente con un timbre metálico que recuerda una trompeta. Posee un llamativo pico rojizo, aspecto rechoncho y color rosado. Es el fringílido más raro y quizás también la más reciente incorporación a la avifauna reproductora nevadense. A pesar de conocerse la cría en zonas cercanas fuera del macizo, (Cabo de Gata), no se localizó su presencia en la parte almeriense de Sierra Nevada hasta bien entrada la primera década de este siglo. En este caso es un refugiado climático que nos ha llegado desde el Sur y que se encuentra en expansión, habiendo remontado a lo largo de la costa mediterránea y llegando hasta el delta del Ebro.

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