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UNA SECCIÓN de JOAN CARLES MARCH

Habladurías con Alberto Gómez: "Hay gente que durante meses no toca absolutamente nada en la habitación, porque si en tu cerebro todavía no has ni iniciado el proceso de asimilación de esa muerte, ¿cómo vas a quitar sus cosas?"

Ciudadanía - Joan Carles March - Lunes, 20 de Enero de 2025
En la premiada sección sobre prevención y conductas suicidas, Joan Carles March conversa con este periodista, que publica 'Contra el silencio', escrito después de 22 años de la muerte de su hermano por suicidio, un viaje por todas las etapas del duelo.
Un momento de la charla de Joan Carles March con Alberto Gómez.
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Un momento de la charla de Joan Carles March con Alberto Gómez.
Un nuevo Habladurías para hablar de suicidio, uno de los temas de los que nos gusta hablar, que creemos es necesario hablar y que creemos que el hecho de hablar permite conocerlo y prevenirlo mucho mejor. 

Alberto Gómez es periodista y escritor y acaba de publicar un libro, un libro en primera persona, un libro que se llama Contra al Silencio y por eso hablamos para intentar luchar contra el silencio.

Empezamos preguntando a Alberto: ¿Por qué Contra el silencio? ¿Por qué este libro?

“Lo que hice fue, a raíz del suicidio de mi hermano, refugiarme en el silencio, y lo hizo mi familia y lo hacen tantísimas familias, pero creo que, si no hablamos de él, si no hablamos de esa muerte tan traumática, parece como si no hubiera pasado”

Y su respuesta es directa: “Lo que hice fue, a raíz del suicidio de mi hermano, refugiarme en el silencio, y eso lo hice yo y lo hizo mi familia y lo hacen tantísimas familias, pero yo creo que, si no hablamos de él, si no hablamos de esa muerte tan traumática, parece como si no hubiera pasado”.

Y sigue contando: “Entonces, de manera fallida, opté por esas estrategias, tanto yo, como mis hermanas y mis padres. Nunca hemos hablado de la muerte de mi hermano, ni nunca hemos recordado alguna cosa de mi hermano. Desafiadamente, me quedé ahí, en ese silencio durante 20 y tantos años, pero a raíz de ir a un grupo de ayuda, a una entidad que me ofreció un grupo de duelo, salí de ese silencio, al menos al principio, con esos compañeros de duelo. Y después de un tiempo, pues fui escribiendo esas sensaciones y esas emociones que yo tenía y que se acabaron después de muchísimo tiempo, después de 20 y tantos años, y se me ocurrió que un buen título del que cada vez creo que estoy más enamorado podría ser “Contra el Silencio” porque yo creo que hay que ir en temas tan tan delicados como la salud mental o el suicidio en particular, hay que ir contra el silencio y hay que hablar y hay que compartir porque si no lo otro no no te lo resuelve”.

Sigo preguntando: ¿Y cómo recuerdas ese primer momento en el cual hablaste? ¿Cómo recuerdas cuando te reuniste con gente que abordaba el duelo, después de 22 años de silencio?

"Recuerdo que volví a casa, habiendo disfrutado de la experiencia de haber encontrado gente que había pasado exactamente por lo mismo que yo. Y eso fue lo que me hizo animarme a ir a la siguiente, a la siguiente, a la siguiente y desde entonces no dejo de ir a grupos de duelo"

Y su respuesta: “Recuerdo que fui con muchísimo miedo, fui muy puntual cuando no suelo ser puntual, no es una de mis grandes virtudes y recuerdo que las primeras intervenciones tanto mía, como de otros compañeros fue cómo estar viendo una película de estas que se acaba de estrenar y llevabas años esperando a poder verla en el cine. Recuerdo también que, entre intervención e intervención, a veces nos quedamos todos pensando, reflexionando o incluso en silencio para ver quién era el siguiente a intervenir y que el ruido de las agujas del reloj era un ruido brutal cuando es un reloj sencillito en una pared. Pero recuerdo que volví a casa, habiendo disfrutado de la experiencia de haber encontrado gente que había pasado exactamente por lo mismo que yo. Y eso fue lo que me hizo animarme a ir a la siguiente, a la siguiente, a la siguiente y desde entonces no dejo de ir a grupos de duelo".

Y de alguna forma, fue una sensación, una vivencia agradable, una vivencia que te llenó, porque hay un vacío, un vacío en estos 22 años, tuya y de tu familia de no hablar del tema que genera un espacio que en algún momento buscamos como llenarlo. En ese momento cuando te fuiste al grupo de duelo seguramente buscabas como llenarlo, ¿no?

"Mira, cuando se produce una muerte por suicidio hay una cosa que es evidente, que es el hecho, la muerte, que es una cosa que te genera muchísima pena, te genera también un cierto enfado con esa persona, seguramente, te genera culpa por si pudiste hacer algo más y te introduce en un magma de tristeza terrible porque evidentemente echas de menos a esa persona. Pero es que además lo que apuntamos con tanto silencio es lo que vivimos con esa persona. O sea, como si esa biografía no existiera, es como si los años que esa persona ha vivido, 10, 20, 30, 50, como si no hubieran existido".

"Yo no lo compartí con nadie o con casi nadie durante veintitantos años y la pena de que se marchara de esa manera tampoco la compartí con casi nadie, ni con compañeros de piso, ni con compañeros de trabajo, ni con parejas, casi nadie lo sabía"

"Yo no había compartido con nadie, ni lo que me dolía la muerte de mi hermano, ni las cosas buenas y las cosas malas que yo viví con mi hermano. Claro, me llevaba siete años, pues imagínate la de trastadas, la de perrerías que me hizo o la de cosas que yo compartí o que me reí con él, pero todo eso yo no lo compartí con nadie o con casi nadie durante veintitantos años y la pena de que se marchara de esa manera tampoco la compartí con casi nadie, ni con compañeros de piso, ni con compañeros de trabajo, ni con parejas, casi nadie lo sabía. Entonces, cuando di el paso, la reacción de mucha gente era, 'ostras, Alberto, si tú no habrías contado nada', y yo decía no, ni a ti, ni a nadie, prácticamente”. 

Seguimos conversando y le pregunto a Alberto: ¿Y cómo se vive con en la familia el silencio a poder hablarlo y como se lucha contra ese silencio que has puesto sobre el papel, en esa lucha que te ha costado tanto tiempo, pero que al final uno sale de ello y es capaz de contarlo? 

"La reacción es estar de acuerdo con que yo haya dado este paso, con que yo me haya metido en este proceso de duelo solo, sin que nadie me obligase ni mucho menos, con el hecho de decir, lo que estoy andando es irreversible. Yo no vuelvo para atrás, o sea, yo sigo palante. Esto, por una parte, el decir, pues, adelante. Y también incluso facilitarme, ayudarme o empujarme o animarme a conseguirlo. Piensa que, por ejemplo, cuando yo publico algo de mi libro en redes, una de mis hermanas le da like, pero a los pocos segundos. Entonces, claro, que una hermana que le duele tanto la muerte de un hermano, celebre, le dé a like o anime o incluso le diga a otras personas, compraros el libro de mi hermano, pues es una manera de apoyarme encomiable, por supuesto. Ahora, una charla tranquila y sosegada sobre mi hermano todavía no la hemos tenido, pero poco a poco, paso a paso. De todas formas, seguramente el suicidio de un hermano, el suicidio de una persona cercana genera en algún momento, aunque lo expreses o no lo expreses, sensaciones de culpa, sensaciones de qué podría haber hecho yo, qué no hice, sensaciones de por qué no lo hablé, sensaciones de por qué no estuve cerca para ayudarle en el momento en el que él lo necesitaba".

"Me enfadé muchísimo, me enfadé esa noche, lo escribí a las tres de la mañana, me puse a escribir, lanzado, porque yo vi a mis padres completamente destrozados, yo recuerdo aquella frase que evidentemente no se me olvidará, mi padre me miró y me dijo qué hemos hecho mal"

¿Qué te generó a ti esa vivencia personal de que quisieras contarla? "Bueno, lo primero me enfadé mucho, me enfadé muchísimo, me enfadé esa noche, lo escribí a las tres de la mañana, me puse a escribir, lanzado, porque yo vi a mis padres completamente destrozados, yo recuerdo aquella frase que evidentemente no se me olvidará, mi padre me miró y me dijo qué hemos hecho mal, entonces pues toda esa pena que vi, en esas habitaciones con tantas lágrimas pensé que el único responsable es mi hermano y le culpé y me enfadé con él y me enfadé mucho y no sé si incluso llegaba a insultarle diciendo ostras lo que nos has hecho o lo que les has hecho sobre todo a papá y mamá. Yo veía tristes a mis hermanas pero ver a unos padres completamente rotos, te enfadas mucho con ellos y le culpaba a ellos pero luego evidentemente pues en ese proceso van y vienen sensaciones y emociones diferentes y otra fue la de sentir que yo podía haber hecho algo y seguramente sí o sobre todo ofrecer un abrazo, ofrecer una mano, ofrecer una charla, ofrecer un café. Intuimos lo que le pasará a la otra persona si nos ponemos en sus zapatillas y le ayudamos de alguna manera incluso algo material. Por ejemplo, ahora llevo un par de días diciendo que cuando hablas con alguien que a lo mejor está mal emocionalmente, pues a lo mejor no le apetece cocinar. Pues podemos hacerle tuppers. Es una manera también de ayudar. Pero no lo hacemos lo suficiente. Y de ahí que haya tanta gente con problemas, que persisten en el tiempo. Y yo no sé cuánto tiempo vas sufriendo, pero lo cierto es que a lo mejor podíamos, sus amigos, sus parejas, sus padres o mis hermanas o yo, podíamos haber hecho algo. Y eso siempre te lo vas a preguntar y nunca vas a encontrar la respuesta concreta".

Y en esa historia de momentos de enfado, de culpa, de sensaciones diversas que a uno le pasan por la cabeza, de intentar entender, ¿Por qué lo hiciste? Que una cosa es buscar las culpas en uno, en su alrededor y la otra es entender por qué lo hizo, ¿De alguna forma, a lo largo del duelo que has tenido, has ido incorporando ese entenderle, entender a tu hermano?

“Cuando afortunadamente me he rodeado en los últimos tres o cuatro años de gente que llevaba trabajando mucho el tema del suicidio, como las entidades, cuando escuchas a expertos en la materia como tú, por supuesto, o como otros, profesionales del trabajo social, profesionales enfermeros, de la psiquiatría, incluso bomberos, cuando escuchas a toda esta gente y dices, a lo mejor sí que es cierto aquello de que lo que quieren es dejar de sufrir"

Y Alberto contestó: “Cuando afortunadamente me he rodeado en los últimos tres o cuatro años de gente que llevaba trabajando mucho el tema del suicidio, como las entidades, cuando escuchas a expertos en la materia como tú, por supuesto, o como otros, profesionales del trabajo social, profesionales enfermeros, de la psiquiatría, incluso bomberos, cuando escuchas a toda esta gente y dices, a lo mejor sí que es cierto aquello de que lo que quieren es dejar de sufrir. Y lo que nunca supimos nosotros fue calcular, qué tipo de sufrimiento o qué tan grande era el sufrimiento de mi hermano. Pero, evidentemente, después de escuchar a muchos supervivientes como yo, lo que llegaron a la conclusión es de que todas esas personas querían dejar de de sufrir y más que culparle o más que enfadarte con esa persona que evidentemente ya lo dejé de hacer porque ya me cansé y además yo creo que el enfado constante con alguien cansa mucho y resta mucha energía, lo que hice fue intentar comprenderle o por lo menos ponerme en sus zapatillas igual que hacen otros familiares de intentar pensar en ese hermano, en esa hermana, en ese padre que se fue y decir oye pues si llevaba tiempo sufriendo o sea lo mejor podíamos repartir las culpas entre la sociedad, entre los familiares o los amigos y entre esa persona que evidentemente lo único que hizo o lo que tan controvertido hizo fue pues querer dejar de sufrir”. 

Y conversamos sobre la importancia de escribir lo que a uno le pasa y le pregunté: ¿En qué ha sido terapéutico para ti contra el silencio? Y Alberto decía: “Lo que he ido haciendo a lo largo de la escritura de este libro es ponerle palabras a las emociones que yo he ido, albergando en mi cabeza y en mi corazón. Piensa que he rescatado como etapas o como momentos que a lo mejor eran de puro sufrimiento, pero que yo no compartía con nadie. Entonces, al menos lo que hice fue ponerlo por escrito. Es decir, si yo tenía un día malo, yo ese día lo único que estaba deseando es que pasara, que fuera ya el día siguiente. El día de su cumpleaños estás deseando que pase, que te acuestes, que te duermas y que al día siguiente ya no sea su cumpleaños, pero yo eso no se lo decía a nadie. Entonces, lo que he logrado escribiendo es ponerle palabras a esas emociones. Fíjate que incluso llego a describir lo que es la mentira. A mí no me contaban una versión diferente, pero hay muchas familias que se refugian también en la mentira. Es decir, que no cuentan realmente lo que pasó. Por ejemplo, una muerte por infarto en vez de una muerte por suicidio. Haber puesto palabras y haberlo puesto por escrito, a mí me ha servido, pero también la ha servido sobre todo a la gente que les ha pasado, que han manejado esa mentira, que han edulcorado la muerte de un familiar, sobre todo cuando, por ejemplo, hay niños pequeños, para poder sobrevivir, para poder superar o intentar asimilar esa muerte en los primeros meses o los primeros años, pero evidentemente luego hay que aceptar y hay que admitir la versión real de los hechos. Escribiendo para mí ha sido muy terapéutico, porque lo reconozco, me enfadé mucho con él, con mi hermano y escribirlo, pues también casi que te relaja”. 

Seguimos la conversación por estos derroteros y le pregunto ¿De alguna forma decir mi hermano se suicidó, es fácil? Y explica su visión: Te puedo asegurar que, en más de una presentación del libro, no llego ni a pronunciar su nombre. El pronunciar la palabra suicidio o el pronunciar su nombre han sido dos cosas que a mí me ha costado muchísimo y que me llevo 20 y tantos años sin hacerlo, con lo cual digamos que en mi cabeza todavía lo tengo un poco oxidado y me cuesta mucho decirlo. Evidentemente con un libro de por medio o una presentación del libro, lo hago, pero te prometo que en alguna presentación del libro no he llegado ni a pronunciar su nombre. Cuesta mucho porque en mi cabeza, si lo pronuncio, me duele; entonces el resorte en la solución por la que optas es que si no lo pronuncias es como si doliese un poco menos y te aseguro que a día de hoy cada vez que conozco a alguien y me dice me llamo Eduardo pienso, te podrías llamar de otra manera, recordando situaciones, volviendo atrás, te cuesta a ti decir la palabra o decir el nombre de tu hermano”.

Distintos momentos de la impresionante conversación de Joan Carles March, con Alberto Gómez.

Y le pregunto: ¿cómo es la reacción de la gente al saber que tu hermano se suicidó? Y su respuesta es: “Es como si estuvieras en un bar o una discoteca a las 4 o 5 de la mañana y de repente se encienden las luces y la verdad es que te coge con el pie cambiado, no te lo esperas, incluso te incomoda esa luz no o estar a las 4 o 5 de la mañana en una habitación todo oscuro, de repente alguien enciende la luz y no tenemos herramientas para contarlo y la gente no tiene herramientas para escucharlo, es decir no saben cómo reaccionar"

Y le pregunto: ¿cómo es la reacción de la gente al saber que tu hermano se suicidó? Y su respuesta es: “Es como si estuvieras en un bar o una discoteca a las 4 o 5 de la mañana y de repente se encienden las luces y la verdad es que te coge con el pie cambiado, no te lo esperas, incluso te incomoda esa luz no o estar a las 4 o 5 de la mañana en una habitación todo oscuro, de repente alguien enciende la luz y no tenemos herramientas para contarlo y la gente no tiene herramientas para escucharlo, es decir no saben cómo reaccionar, les coge con el pie cambiado y en ese momento yo leo en sus frentes y ahora pienso “qué le digo Alberto y ahora como sigo la conversación o mañana que le digo”, pero desgraciadamente cómo no tienen esas herramientas, yo sé que cuando lo cuento la persona que me está escuchando se va a quedar muy incómoda, igual que me pasa que tampoco tengo esas herramientas para poder contarlo y por eso normalmente no lo cuento. Busquemos esas estrategias, esas herramientas y sobre todo ofrezcamos cosas como quieres un abrazo, quieres pasar un rato llorando conmigo, quieres acompañarme un día al cementerio, pero todo eso lo hacemos a solas, es decir ves una peli triste tú solo, escuchas canciones tristes tú solo, busca recuerdos o cartas o fotos y lo haces solo o vas al cementerio solo. Entonces, si de vez en cuando das ese paso y le preguntas a un buen amigo si te querrá acompañar, ahí estás dando un pequeño paso”.

Y en esa manera de buscar compañía, ¿cuánto te ha ayudado un grupo de supervivientes, de personas que han vivido una historia como la tuya? O ¿qué te ha sonado de las historias que te han contado de gente que ha vivido la muerte de un ser querido? Y su respuesta: “Es oro. Yo digo que son benditos los grupos de duelo, los grupos de ayuda mutua, los grupos de acompañamiento que proporcionan entidades como la de aquí en Barcelona y otras entidades que hay repartidas por España. Encuentras el mismo lenguaje. Encuentras complicidad. Encuentras como un abrigo cuando sabes que afuera hace frío. Afuera hay más de una persona que te incomoda, sin querer, que te juzga, sin querer, o que te hace preguntas incómodas, porque no saben qué preguntarte.

Por ejemplo, cuando te preguntan cómo lo hizo, es la pregunta más horrible que te pueden hacer, pero es que no saben que te va a incomodar esa pregunta. Y también, evidentemente, tendrán curiosidad. Esto es como si de repente aparece un robo en un banco y te digo, oye, y como han robado, por dónde entraron. Pero en ese grupo lo que se genera precisamente es ese confort y esa seguridad y esa complicidad. Y durante ese ratito estás como en casa, sabiendo que luego toca salir a la calle. Lo que pasa es que si trabajas un poco en esos grupos de duelo, pues consigues esas armas para poder luego salir a la calle y enfrentarte a la situación de un buen amigo y contárselo, aunque lleves 20, 30 o 40 años con ese amigo de la mano, sin haberle contado la cosa más triste que te pasa en tu vida. El hecho de hablarlo es absolutamente... necesario.

Y nos vamos al libro: ¿Qué puede encontrar alguien que se acerca a “Contra el silencio”? ¿Qué puede encontrar en ese libro? ¿Y en qué le puede ayudar a encontrar elementos que le ayuden a a no hacer la pregunta cómo te la hacen? Y nos cuenta: “A no entrar en determinadas cuestiones que no aportan nada ni a ti ni a nadie y que lo único que hacen es hurgar en una herida que probablemente le hacen destapar y que por tanto genera dolor de alguna forma. Mira, esa pregunta o esa respuesta no aporta nada porque yo echo de menos a mi hermano y me encantaría tener un hermano mayor con tanta fuerza y le echo tanto de menos. En este libro también hablo de otros compañeros con sus siglas porque quise mantener el anonimato, pero van a encontrar palabras que describen esas emociones. O sea, ¿qué es la mentira?, ¿Qué es la culpa?, ¿Qué es el enfado?, ¿O qué son las huellas, por ejemplo? Evidentemente, en todos los duelos hay huellas y en el duelo por suicidio, pues como no se habla, no sabes qué hacer con esos marcos, esas fotos, esos papeles, esos bolis, esa ropa, esos posters. ¿Qué haces con toda esa habitación? Hay gente que durante meses no toca absolutamente nada en la habitación, porque claro, si en tu cerebro todavía no has ni iniciado el proceso de asimilación de esa muerte, ¿cómo vas a limpiar o a pintar una pared? Lo cuento en el libro, Cecilia Borras, dejó la cama desecha de su hijo durante meses. Y me parece una imagen tan triste, pero tan cautivadora en cuanto a qué es una huella que tú no puedes y no quieres borrar, porque estaba convencida de que su hijo volvería. Eso, por una parte. Y por otra, la gente que no ha sufrido un suicidio, afortunadamente, lo que va a encontrar es por lo que pasan sus amigos, sus parejas o sus familiares, sin habérselo preguntado. Un amigo, cuando se lo leyó, me dijo, “yo no sabía qué pasabas por todo esto”. Y me conocía muchísimo, pero él nunca había logrado acercarse a esas emociones. Se lo leyó y entonces ya entendió o escuchó en su cabeza por lo que yo había pasado y que casi nunca quise contarle. Y él lo leyó sin tener ningún suicidio en su familia, pero se acercó, digamos, a esas emociones".

Me ha encantado la palabra huella. Esas huellas, esas fotografías, esos lápices, esa ropa, ese cuarto de Cecilia Borras, su hijo, que has contado también. Y su respuesta es: "Yo en el armario de mi hermano, lo fui vaciando, nadie me dijo nada, no sé si me lo agradecen, pero el caso es que mi familia fue consciente de que ese armario se fue vaciando y no era por arte de magia"

Me ha encantado la palabra huella. Esas huellas, esas fotografías, esos lápices, esa ropa, ese cuarto de Cecilia Borras, su hijo, que has contado también. Y su respuesta es: "Yo en el armario de mi hermano, lo fui vaciando, nadie me dijo nada, no sé si me lo agradecen, pero el caso es que mi familia fue consciente de que ese armario se fue vaciando y no era por arte de magia. Yo no lo hice un día, lo hice varios, me llevaba un día, esto a la basura, a un contenedor, poco a poco y lo hacía escondidas. Yo pensé esto hay que vaciarlo en algún momento, pues voy a hacerlo poco a poco, pero también me dolía, porque estaba haciendo algo a escondidas y también estaba oliendo o cogiendo en las manos algo que se había puesto mi hermano, esa ropa, ese jersey, esa camisa, pero también pensaba de manera práctica, vamos a acabar con esta ropa que nadie se la va a poner. Claro, yo no quería enseñar a mis padres una camisa de mi hermano, porque sabía que les provocaría un momento o un rato de tristeza terrible. Entonces me fui deshaciendo, fui vaciando ese armario y nadie me preguntó nada. Y lo entiendo, que no me lo preguntase, pero llegó un momento que lo vieron vacío, claro”.

Le dije a Alberto que qué importante es eso que me había contado de las huellas, las pequeñas huellas de pequeñas cosas que van llenando un espacio de cualquier persona, que sin duda alguna es lo que él veía en este caso con su hermano. Y acercándonos al final, le pregunto: ¿Qué deberíamos hacer para ayudar a que disminuyan estas cifras de suicidio que tenemos y para hacer que la gente sepa qué es lo que pasa? ¿Qué has aprendido tú escribiendo el libro de un jerezano que vive en Barcelona? ¿Qué es lo que crees que deberíamos hacer?

“Creo que, a nivel de administración, a nivel político, deberíamos pedirle todos los días a la clase política que tenemos en nuestro país que se mojen de verdad, que lo hicieron en su momento con los accidentes de tráfico. Todos recordamos que había unas cifras terribles de fallecidos por tráfico hace 10, 15, 20 años y hubo una serie de dirigentes que le metieron mano y la cifra de fallecidos por accidentes de tráfico, se redujeron mucho. No hay cero, pero se redujeron bastante. Nos gusten, nos gusten los controles, nos guste el carnet por puntos, pero fue lo que fue. Entonces deberíamos exigirla a todos los políticos, de todos los ámbitos local, regional o nacional, que le metan mano al tema del suicidio, que se pueden emprender iniciativas, se pueden hacer marquesinas con los teléfonos, con más información y sobre todo con más recursos, más profesionales, más psiquiatras, más psicólogos, más terapeutas que atiendan a los problemas de salud mental de la gente que podría, en algún momento, morir por suicidio o de la gente que ya hemos perdido a alguien y queremos que nos atiendan. Pero que nos atiendan mañana, no pasado mañana, no dentro de tres meses".

Que haya más locales, que haya más entidades y que esas entidades que trabajan el duelo o la prevención del suicidio, tengan realmente recursos, que tengan salas y todo tipo de medios para acoger a la gente que pide ayuda

Que haya más locales, que haya más entidades y que esas entidades que trabajan el duelo o la prevención del suicidio, tengan realmente recursos, que tengan salas y todo tipo de medios para acoger a la gente que pide ayuda. Porque normalmente cuesta mucho pedir esa ayuda, pero es que tampoco hay recursos. Piensa que no hay una entidad en cada provincia española y debería haberla, una entidad de prevención del suicidio o una entidad de duelo y no la hay. Eso a nivel político o administrativo. A nivel personal lo que deberíamos es abrirnos más, compartir más y no tener miedo a ese café o esa conversación que rehuimos. Y si hoy no tengo ganas de hablar y mañana tampoco, a lo mejor dentro de tres días, sí que tengo ganas de hablar. Necesitaré que alguien me escuche, que sea amigo, que sea valiente y tenga ganas de tomarse un café conmigo o que yo sea el valiente que decida un día contarlo. Y yo creo que lo que no tenemos que hacer, es rehuir a esas conversaciones y admitir que si un día estamos mal, pues estamos mal y que si en el trabajo estamos mal, pues lo contamos. Y seguramente haya alguien que diga, oye, pues si tanto tiempo llevas triste o preocupado o cabizbajo, vamos a intentar buscar una solución y a lo mejor encuentre un trabajo en otra provincia o de otro ámbito. Pero no podemos estar emocionalmente mal y que no pase nada y que pasen los días y nadie ponga remedio”.

Y una última, medios de comunicación ¿qué deberían hacer? “Los periodistas lo hicimos mal durante mucho tiempo y pensábamos que se repetirían y aumentarían los suicidios contándolo con las noticias. Y nos equivocamos. Y como rectificar es de sabios, pues yo creo que ahora los medios sí que lo están haciendo. A mí me han entrevistado varios periodistas a raíz del libro, en su mayoría amigos que me han ofrecido ese espacio de complicidad. El otro día, por ejemplo, en una presentación hubo una persona muy afectada por la muerte, por suicidio de un familiar que había tenido en casa y que vino a la presentación del libro a raíz de escucharme en una entrevista diciendo, pues, esta tarde Alberto va a estar presentando su libro, qué bueno!. Y a periodista de una cadena de radio, le dije, qué bueno que me hayas entrevistado, porque ha habido una persona que ha venido al escucharnos en la entrevista que me has hecho".

"Los medios hacen un gran favor hablando de cosas que deberíamos resolver como sociedad. Yo creo que hablar del suicidio, evidentemente, hoy por hoy en los medios, es hacerle un gran favor a la sociedad. El silencio mata, y que haya entrevistas o reportajes, es un gran favor”

"Ese tipo de situaciones se pueden dar y se deberían dar. Que cuando uno se entera de un libro, de una presentación, de un encuentro, de un foro, que se pueda acercar. Cuando haya temas más sensibles o más delicados, que también la gente tenga oportunidad de ir. Siempre se acerca gente pidiendo ayuda. Hay gente que coge el micro y dice, Alberto, ¿yo qué puedo hacer después de 5 años, 10 años? ¿Qué puedo hacer si no me atrevo? ¿Qué puedo hacer si...? O sea, que hay gente que acude, no tanto a conocerme ni mucho menos, ni a comprar libros, sino a decir, tengo este problema que tú tuviste, que hago yo en mi caso, que, a qué entidad acudo, a qué local, a qué psiquiatra, a qué terapeuta, a qué profesional puedo acudir, ¿tú qué harías Alberto en mi lugar?, que echo de menos a mi padre, o que no puedo hablarlo con nadie, o que me cuesta mucho, o que no puedo repetir algunas cosas que hacía antes de la muerte de esta persona. Es decir, que esas carencias emocionales que tienen muchísimas personas se pueden resolver, pero hay gente que acude para resolverlas, a una presentación del libro. Entonces, que los medios hablen de este libro o de cualquier otro, y que se publiquen cosas bien escritas, como de esta compañera de la que hablábamos antes, Yaiza Perera, es un favor que hacen los medios de comunicación a la sociedad. Igual que en tantísimos otros ámbitos, los medios hacen un gran favor hablando de cosas que deberíamos resolver como sociedad. Yo creo que hablar del suicidio, evidentemente, hoy por hoy en los medios, es hacerle un gran favor a la sociedad. El silencio mata, y que haya entrevistas o reportajes, es un gran favor”.

Termino agradeciendo el favor que nos ha hecho Alberto, de escribir un libro contra el silencio, de hablarnos, de contarnos su historia, de contarnos su vivencia y lo duro de los momentos, pero también de una cosa muy importante es esas huellas que uno necesita intentar ir quitando de cerca para poder vivir y salir de una mejor manera, pero sabiendo que han existido, que existen, y que las huellas no se pueden borrar, sin duda alguna.

Y Alberto da las gracias por la oportunidad. Y dice:
 “Sigamos hablando, sigamos en contacto y sigamos poniendo palabras, a esas emociones que tanto cuesta ponerles palabras, pero que cuando se comparten, yo creo que te sientes como aliviado, decir, oye, te he contado una cosa que te quería contar de hace mucho tiempo, y ahora sí que estoy a gusto de saber que tú, ya sabes, cómo fue mi hermano, las trastadas que me hizo o lo que le echo de menos”. 

GRACIAS, así de grande, Alberto.

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