“Vivir hasta el final”: Mónica Lalanda y la importancia de hablar (y cuidar) la muerte en un nuevo HABLADURÍAS

El libro, avalado por la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) y financiado por la Fundación Dignia, busca abrir una conversación urgente: cómo cuidar y cómo cuidarnos al final de la vida. “Vivimos de espaldas a la muerte”, explica Lalanda. “En las facultades de medicina apenas se menciona el proceso de morir. Se nos enseña a curar, pero no a acompañar. Y eso deja un vacío enorme”.
Hablar de la muerte para vivir mejor
La autora confiesa que llevaba años queriendo escribir sobre el final de la vida. Su experiencia profesional y personal la ha convencido de que hablar de la muerte no atrae la desgracia, sino la serenidad. “Nos empeñamos en no mencionar la palabra, pero ocho de cada diez personas moriremos de una enfermedad crónica. Y si no lo hablamos, corremos el riesgo de morir mal”, dice.
El libro destierra varios mitos: que los cuidados paliativos son solo para los últimos días, que su objetivo es alargar la vida, que solo se puede morir bien en un hospital. “Todo eso es falso. Los paliativos deberían empezar desde el diagnóstico de una enfermedad grave. No cuando ya no hay nada que hacer, sino precisamente cuando hay mucho que cuidar”
Por eso, Vivir hasta el final comienza con una reflexión sobre cómo vivimos. “Se nos pide estar siempre sanos, siempre jóvenes, pero no se nos enseña a envejecer ni a morir con dignidad”, sostiene. “Los cuidados paliativos no son un fracaso de la medicina. Son la medicina bien entendida cuando ya no se puede curar”.
El libro destierra varios mitos: que los cuidados paliativos son solo para los últimos días, que su objetivo es alargar la vida, que solo se puede morir bien en un hospital. “Todo eso es falso. Los paliativos deberían empezar desde el diagnóstico de una enfermedad grave. No cuando ya no hay nada que hacer, sino precisamente cuando hay mucho que cuidar”.
Cuidar el cuerpo, cuidar el alma
El libro combina textos breves y viñetas gráficas que explican desde los síntomas más comunes del final de la vida hasta cómo aliviar el dolor o la ansiedad. “Los síntomas son similares en casi todas las enfermedades terminales: dolor, fatiga, falta de aire, estreñimiento, problemas de piel o boca. Explicarlos ayuda a quitar miedo”, cuenta Lalanda.
Su tono, lejos del dramatismo, es amable, claro y humano. “No hay que endulzarlo, pero tampoco horrorizar. La realidad del morir tiene belleza y sentido si se acompaña con amor y con claridad”.
Su tono, lejos del dramatismo, es amable, claro y humano. “No hay que endulzarlo, pero tampoco horrorizar. La realidad del morir tiene belleza y sentido si se acompaña con amor y con claridad”.
Uno de los apartados más llamativos aborda los cuidados físicos: la alimentación, la higiene, la piel, la movilidad. “El cuerpo al final deja de necesitar comida, y las familias sufren mucho al verlo. Pero hay que entender que no se muere por dejar de comer: se deja de comer porque el cuerpo se está muriendo”, explica. “La comida en ese momento debe ser cariño, no nutrición: una cucharadita de helado, un sorbo de vino, un trozo de chocolate”.
Comunicar, acompañar, decidir
Otra parte central del libro trata la comunicación y las decisiones anticipadas. “A los médicos no nos enseñan a dar malas noticias”, lamenta Lalanda. “Y sin embargo, una conversación mal llevada puede dejar cicatrices para siempre”.
Habla también del pacto del silencio, tan común en los países latinos: familias que piden al médico no contar al paciente la verdad. “Eso en Inglaterra no lo vi nunca. Aquí seguimos pensando que proteger es ocultar, y es justo lo contrario”.
Las voluntades anticipadas y la planificación del final de la vida son otro eje del libro: “Decidir antes qué quieres y qué no quieres evitará sufrimientos a tus hijos. Es una forma de mantenerte al timón de tu vida hasta el final”
Las voluntades anticipadas y la planificación del final de la vida son otro eje del libro: “Decidir antes qué quieres y qué no quieres evitará sufrimientos a tus hijos. Es una forma de mantenerte al timón de tu vida hasta el final”.
Sedación, agonía, duelo: lo que no se dice
Los últimos capítulos abordan sin eufemismos los momentos más difíciles: la sedación paliativa, la agonía y el duelo. “Hay una confusión tremenda entre sedación y eutanasia. La sedación paliativa busca aliviar el sufrimiento cuando ya no hay otra opción, no adelantar la muerte”, aclara.
El libro describe con precisión y respeto cómo es el proceso de morir: los cambios en la respiración, el sueño profundo, los momentos de lucidez antes del final. “La gente espera una muerte de película, con una frase final y una sonrisa. Pero la muerte real es un proceso. Entenderlo ayuda a vivirlo con menos miedo y más amor”
El libro describe con precisión y respeto cómo es el proceso de morir: los cambios en la respiración, el sueño profundo, los momentos de lucidez antes del final. “La gente espera una muerte de película, con una frase final y una sonrisa. Pero la muerte real es un proceso. Entenderlo ayuda a vivirlo con menos miedo y más amor”.
Lalanda defiende la dignidad del cuerpo después de la muerte: “Nos hemos acostumbrado a esconder la muerte. Antes se velaba en casa, los niños estaban presentes, había cercanía. Ahora todo se vuelve aséptico. Y perdemos humanidad”.
Morir viviendo, no vivir muriendo
Cuando se le pregunta qué significa “vivir hasta el final”, responde sin dudar:
“Significa poder morir viviendo, no vivir muriendo. Que lo que alarguemos sea la vida, no la muerte. Hemos construido una medicina que prolonga la muerte y eso hay que cambiarlo”
“Significa poder morir viviendo, no vivir muriendo. Que lo que alarguemos sea la vida, no la muerte. Hemos construido una medicina que prolonga la muerte y eso hay que cambiarlo”.
Lalanda reconoce que escribir el libro la transformó: “Me ha quitado miedos. Me ha hecho dejar claras mis decisiones, hablar con mis hijos, reflexionar sobre cómo quiero morir. Y me ha recordado lo que realmente importa: la dignidad, el amor y el acompañamiento”.
“Nacer y morir nos hace humanos”, concluye Mónica Lalanda.
“Y morir bien también forma parte de vivir bien”.
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