Lorca en París

El pasado dos de junio, dio comienzo la exposición “Federico García Lorca y La Barraca en París. París–Granada, 2025”, en la Sala de exposiciones René Capitant de París, en la cual participaron treinta y ocho artistas, de nueve países, aunados en la figura del gran Federico García Lorca, y su aventura con el grupo teatral desarrollada en La Barraca.
En este proyecto participa un nutrido colectivo de artistas andaluces, que desde diversas técnicas, y formas de expresión plásticas, exponen sus ideas, y reflexiones, cobre la impronta lorquiana en la cultura contemporánea.
La figura de Federico es extensa, profunda, potente y amoldable a las varias facetas de la realidad contemporánea
La figura de Federico es extensa, profunda, potente y amoldable a las varias facetas de la realidad contemporánea. En su obra se observa una tensión interna entre la modernidad y la tradición popular, aquella que nace del alma interna de una sociedad ancestral, que pervive resistiendo los embates caprichosos de las modas que se suceden, mas su esencia permanece. Este es el núcleo del alma lorquiana, que nunca estuvo estática, sino expectante en los tiempos inciertos, asombrada ante las nuevas perspectivas que estos le ofrecían, pero añorante constante del pasado, cuando las personas vivían en comunión con su entorno natural, en una existencia rural rica en cultura, poliédrica en figuras, mitos y paisajes inmaculados, libres de la huella transformadora de la tecnología.
Muchos son los reflejos que la imagen de Lorca proyecta, y ahí está su validez permanente, pues coincide con la angustia vital del ser humano actual, la ruptura del pensamiento nacido en los tiempos pretéritos, que quieren ser sustituidos por la magia embelesadora de promesas futuras.
La calidad de los artistas participantes es patente en las obras mostradas. Si tengo que citar alguno, me detengo en las producciones que más me han gustado, por su peso de calidad estética.
Miguel Carini, siempre exuberante, nos propone una serie de piezas de gran barroquismo compositivo, complejidad cromática, profundidad técnica en su elaboración, siempre poderoso.
Pedro Jiménez trasciende los pasillos de la luz, escapando de la confusión abstracta de colores, libres trazos sugerentes que rompen la razón, y descubren destellos que conectan con el pensamiento estético, para adentrarse en los espacios claroscuros, en los que se atisban ambientes de honda espiritualidad, que se evanescen en la luminosidad que se difumina hacia las alturas.
Carmen Sicre consigue lo difícil, desarrollar una mirada lírica en sus composiciones de tejidos, hilos dorados y ornamentos, que sustituyen la paleta y lienzo.
Nina Ich introduce el concepto cromático en la descripción del paisaje, compleja elaboración en la que relata el tránsito de los comediantes de La Barraca, pues así querían ser, actores del mundo rural que persistían en la cultura de todos.
Mercedes Castro recrea la poesía de la soledad, aquella del mundo rural, en la que las construcciones abandonadas contienen la memoria del tiempo perdido.
Carmen Ocaña es poderosa en la expresión plástica, directa en la dicción visual, rica en la compresión decantada en sus piezas.
Carmen Guardia nos adentra en el universo dramático de las representaciones teatrales, personajes pasajeros portados por los actores, el universo lorquiano, la fluidez de sensaciones que de su obra se desprende.
Lo malo de esta exposición es el corto tiempo de su celebración, visión fugaz
Podría extenderme mucho más en el comentario sobre los artistas participantes, que no por aparecer desmerecen en valía su obra expuesta. Lo malo de esta exposición es el corto tiempo de su celebración, visión fugaz, donde la mirada no ha podido reposar en la auténtica calidad portada en las piezas presentes.