Copa del Cerro de la Encina de Monachil, una pieza del Museo Arqueológico para conocer la cultura argárica
Material: Arcilla.
Técnica: Manual.
Dimensiones: 12 centímetros de altura, 18 centímetros de diámetro en la base, y 22 de diámetro en la boca.
Descripción: Copa de pie alto con vástago prismático y la base formando peana de forma trocónica. Lleva decoración de mamelones cerca del borde. Superficie de color gris muy oscuro tendiendo a negro y tiene un tratamiento de bruñido muy bueno. Tiene una zona del borde reintegrada. Cocción reductora. La peculiaridad de esta copa es su gran tamaño, los mamelones que circundan la parte superior de la copa y la forma cuadrada de su vástago que descansa sobre una base convexa circular.
Contexto: Bronce Pleno Argárico.
Uso/Función: Ajuar funerario.
Lugar de procedencia: Necrópolis Olivares, en el Cerro de la Encina.
Ficha recogida en Colecciones en Red/Ministerio de Cultura y Deporte.
La copa, como recoge el Museo Arqueológico de Granada en la presentación de esta singular pieza, forma parte de las vajillas habituales utilizadas en los poblados argáricos del sureste peninsular. Unos objetos empleados para el consumo diario, pero que también formaban parte de los ajuares funerarios. En una cultura, El Argar, en la que se incluían sepulturas bajo el suelo de las viviendas.
Precisamente esa característica, las sepulturas bajo el piso de la vivienda, como refieren Gonzalo Aranda Jiménez y José Antonio Esquivel Guerrero en el trabajo "Ritual funerario y comensalidad en las sociedades de la Edad del Bronce del Sureste Peninsular: la Cultura de El Argar", ha favorecido la mejor conservación de las necrópolis y, con ello, un estudio minucioso de los rituales de enterramiento.
Rituales de comensalidad asociados a los funerarios
En esa publicación de los Trabajos de Prehistoria (1) se explica que esos ajuares se consideraron tradicionalmente como ofrendas -en el contexto funerario-, pero al avanzar en el estudio de las prácticas sociales argáricas y su significado, se ha determinado que al menos una parte de ellos "pueden haber formado parte o son el reflejo de prácticas en las que participa al menos una parte de la comunidad más que un acto ritual íntimo del núcleo familiar. Las características de una parte de los ajuares especialmente cerámicos y ofrendas cárnicas, junto con otros datos arqueológicos nos introducen en la hipótesis de que el ritual funerario podría haber estado asociado a rituales de comensalidad".
La pieza que forma parte de los fondos del Museo Arqueológico de Granada procede del yacimiento del Cerro de la Encina, en Monachil. La presencia de estas cerámicas está asociada a las tumbas de mayor riqueza, y el yacimiento de Monachil es un ejemplo de ello, como refieren Aranda y Esquivel.
"Especialmente típico de los ajuares cerámicos son las copas, una forma nueva en el registro arqueológico de la Prehistoria del sudeste peninsular que tradicionalmente ha sido considerada como un elemento definitorio de la cultura argárica con un fuerte contenido ritual. En este caso suscaracterísticas formales apuntan hacia una función especializada en el consumo de bebidas".
En el caso de las utilizadas para rituales funerarios, estaban creadas para ser mostradas como elemento de "prestigio y riqueza".
De las investigaciones sobre estos objetos llama la atención el análisis de los contenidos. El estudio citado se refiere a otras vasijas, no la exhibida en Granada, señalando la presencia de tartratos, asociados tanto al vino de uva como al jugo de granada. También se han hallado restos de adormidera.
Al respecto, Aranda y Esquivel señalan que el empleo de esas sustancias -alcohólicas y narcóticas- "refuerzan la hipótesis" que asocia el ritual funerario al de comensalidad.
Cerámica y también restos de fauna
Planteado el consumo comunal de comida y bebida, en un trabajo complementario (2), los profesores profundizan en la aparición de ajuares faunísticos en las sepulturas argáricas. Lo interpretan como la práctica de sacrificios de animales -bóvidos u ovicaprinos- para ser consumidos en rituales de comensalidad. Un trozo de esos animales siempre era introducido como parte del ajuar funerario, en un gesto que representa "la participación simbólica del muerto en el propio ritual de comensalidad".
El 'banquete funerario' también ofrece datos sobre la posición social. El consumo de bóvidos mostraría "poder y riqueza", frente a "categorías inferiores" que sacrificaban y comían ovicápridos.
Los primeros trabajos de investigación de este enclave se remontan a principios del siglo XX, según detalla el expediente de su declaración BIC. Fue Juan Cabré quien en 1922 publicó hallazgos correspondientes a varias sepulturas aparecidas en el suroeste del cerro. Tanto por el ritual funerario como por los ajuares, el yacimiento quedaba encuadrado cultural y cronológicamente en la cultura de El Argar.
Con posterioridad son destacables, entre otros, los trabajos de excavación realizados por M. Tarradell en 1946.
Según detalla el expediente BIC, en 1953 se utilizó el yacimiento para ilustrar nuevas metodologías arqueológicas que se empezaban a desarrollar, pero las investigaciones sistemáticas y planificadas se iniciaron en 1968, desarrollándose diversas campañas hasta 1983 por parte del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada.
La ocupación del yacimiento del Cerro de la Encina se mantuvo ininterrumpidamente durante diez siglos; ha conocido la Cultura Argárica (Edad del Bronce) en todas sus fases y por otro lado también está presente el horizonte cultural del Bronce Final del Sureste.
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(1) Trabajos Prehistoria 63, No 2, Julio-Diciembre 2006, pp. 117-133, ISSN: 0082-5638
(2) Trabajos Prehistoria 64, No 2, Julio-Diciembre 2007, pp. 95-118, ISSN: 0082-5638
Foto del yacimiento del Cerro de la Encina: Ayuntamiento de Monachil.
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