paralelismo con la actualidad de la historia de la II república española

'Mentiras y fascismo: cómo se destruyen democracias'

Ciudadanía - Paco Robles - Sábado, 29 de Marzo de 2025
El memorialista Paco Robles expone en este artículo que la historia de la II República Española y su destrucción a manos del fascismo recuerda la fragilidad de las democracias y la importancia de defenderlas, con un paralelismo con la actualidad.
Fosa exhumada en el Barranco de Viznar.
Francisco de Asís Carrión Jiménez.
Fosa exhumada en el Barranco de Viznar.
La verdad no destruye una democracia, pero las mentiras sí tienen ese poder devastador. En julio de 1936, España, tras 6 años de difícil gobierno democrático, despertó sobresaltado por disparos de fusiles, cañones y ametralladoras que resonaban en las calles de las principales capitales. Era el comienzo de uno de los capítulos más oscuros de la historia española.

Este artículo examina, o al menos lo intenta, ese pasado sombrío y lo conecta con las amenazas autoritarias actuales que enfrentan democracias en todo el mundo

Aquel año, una coalición progresista (Frente Popular) acababa de ganar las elecciones nacionales a la coalición de derechas (Ceda), lo que enfureció a los conservadores, que no tardaron en articular un levantamiento armado. Las armas y la mentira conspiraron para desmantelar una democracia joven en nombre de intereses autoritarios. Este artículo examina, o al menos lo intenta, ese pasado sombrío y lo conecta con las amenazas autoritarias actuales que enfrentan democracias en todo el mundo.
 

El 14 de abril de 1931 marcó el inicio de uno de los periodos más esperanzadores de la historia contemporánea de España: el nacimiento de la Segunda República. Este nuevo régimen republicano surgió tras las elecciones municipales que mostraron un respaldo popular abrumador contra el sistema monárquico. Alfonso XIII abdicó, y España abrazó un sistema democrático que buscaba rejuvenecer políticamente a un país anclado en el atraso.

Una de las iniciativas más importantes del nuevo régimen fue la proclamación de la Constitución de 1931, considerada una de las más avanzadas de su tiempo

Una de las iniciativas más importantes del nuevo régimen fue la proclamación de la Constitución de 1931, considerada una de las más avanzadas de su tiempo. Esta carta magna incluía medidas de profundo impacto social: el sufragio universal, que otorgó el derecho al voto a las mujeres; la separación de la Iglesia y el Estado, lo que reducía el poder político de la Iglesia católica; y una serie de reformas laborales y agrarias diseñadas para corregir desigualdades históricas en el campo. 

Artículo 23.

Son españoles:

1º. Los nacidos, dentro o fuera de España, de padre o madre españoles.

. Los nacidos en territorio español de padres extranjeros, siempre que opten por la nacionalidad española en la forma que las leyes determinen.

. Los nacidos en España de padres desconocidos.

. Los extranjeros que obtengan carta de naturaleza y los que sin ella hayan ganado vecindad en cualquier pueblo de la República, en los términos y condiciones que prescriban las leyes.

Estas reformas, aunque esperanzadoras, encontraron resistencia de poderosos sectores conservadores, entre ellos la oligarquía terrateniente, el ejército y la élite eclesiástica, que veían en la Segunda República una amenaza directa a sus privilegios

Estas reformas, aunque esperanzadoras, encontraron resistencia de poderosos sectores conservadores, entre ellos la oligarquía terrateniente, el ejército y la élite eclesiástica, que veían en la Segunda República una amenaza directa a sus privilegios.

El contexto internacional no era menos complicado. Europa atravesaba un periodo de creciente polarización ideológica. En esa década, Adolf Hitler ascendió al poder en Alemania, Benito Mussolini consolidó su dictadura en Italia, y los movimientos fascistas comenzaron a proliferar en el continente. España no fue ajena a estas influencias: en 1933 se fundó la Falange Española, liderada por José Antonio Primo de Rivera, que articuló un discurso ultranacionalista y antidemocrático, alineándose con las ideas fascistas imperantes en Europa.

Esta inestabilidad alcanzó su clímax tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936, un hecho que marcó el preludio de la Guerra Civil Española y el inicio de la conspiración fascista contra la democracia

Entre 1931 y 1936, el nuevo sistema republicano enfrentó choques constantes debido a la alternancia de gobiernos progresistas y conservadores, cada uno con agendas incompatibles. Mientras los primeros promovían reformas sociales profundas, los conservadores boicotearon sistemáticamente su implementación; curiosamente hay un importante parecido a los que ocurre a día de hoy entre el Gobierno de coalición de tinte progresista, frente a las reticencias y zancadillas de las coaliciones, más o menos visibles, de las autonomías de corte derechista y ultracatólico.

Esta inestabilidad alcanzó su clímax tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936, un hecho que marcó el preludio de la Guerra Civil Española y el inicio de la conspiración fascista contra la democracia.

"¿La rebelión? La planeamos el día que perdimos las elecciones", admitió Emilio Mola, una confesión que ilustra cómo las mentiras sirvieron para justificar una insurrección que terminaría desgarrando al país

El ambiente se tensó de manera irreparable el 17 de julio de 1936, cuando una facción del ejército liderada por generales como Emilio Mola y Francisco Franco promovieron un golpe de Estado. La insurrección militar, justificada mediante la mentira de un supuesto fraude electoral, fue respaldada por sectores ultraconservadores y contó con la colaboración de la Falange y otros grupos de extrema derecha. "¿La rebelión? La planeamos el día que perdimos las elecciones", admitió Emilio Mola, una confesión que ilustra cómo las mentiras sirvieron para justificar una insurrección que terminaría desgarrando al país.

Solo las fuerzas sindicales en Europa, junto con organizaciones internacionales de izquierda, ofrecieron apoyo material y voluntarios a la República



La intervención de potencias extranjeras como Alemania e Italia fue crucial para el éxito inicial de los sublevados. Adolf Hitler y Benito Mussolini proporcionaron aviones, armamento y apoyo logístico a Franco, trasladando tropas desde Marruecos hacia la península. En contraste, las democracias europeas, como Francia y Reino Unido, adoptaron una posición de no intervención, temerosas de provocar un conflicto mayor en un continente ya frágil por las tensiones que desembocarían en la Segunda Guerra Mundial. Solo las fuerzas sindicales en Europa, junto con organizaciones internacionales de izquierda, ofrecieron apoyo material y voluntarios a la República.

Figuras como el escritor George Orwell y el poeta Pablo Neruda se convirtieron en símbolos de esta lucha. Sin embargo, su valentía contrastaba con la incapacidad de las grandes potencias democráticas para actuar con decisión ante la amenaza fascista

En este contexto, las Brigadas Internacionales jugaron un papel heroico. Estas unidades, integradas por cerca de 35.000 hombres y mujeres de más de 50 países distintos, representaron un acto de solidaridad internacional sin precedentes. Provenían de lugares tan diversos como Estados Unidos, Francia, Alemania, Polonia y México, y se unieron para combatir en defensa de la democracia española. Figuras como el escritor George Orwell y el poeta Pablo Neruda se convirtieron en símbolos de esta lucha. Sin embargo, su valentía contrastaba con la incapacidad de las grandes potencias democráticas para actuar con decisión ante la amenaza fascista.

Por otro lado, Franco utilizó métodos brutales para consolidar su control. Las tropas del Rif marroquí, conocidas por su efecto terrorífico, fueron utilizadas no solo como una fuerza militar, sino como un instrumento de intimidación. Las masacres masivas, como las de Badajoz y Málaga, subrayaron la naturaleza implacable de la estrategia franquista. La coalición detrás de Franco incluía a terratenientes, industriales y sectores clericales que compartían un objetivo: la destrucción de la democracia republicana y la perpetuación de un sistema jerárquico y autoritario.

Las estrategias utilizadas por los fascistas para finalmente destruir la Segunda República resuenan en los fenómenos políticos actuales

Creo que hay paralelismos históricos con las corrientes autoritarias contemporáneas, el análisis de la Guerra Civil Española no es solamente un ejercicio de memoria histórica; también ofrece una advertencia sobre cómo las democracias modernas pueden sucumbir a los autoritarismos. Las estrategias utilizadas por los fascistas para desestabilizar y finalmente destruir la Segunda República resuenan en los fenómenos políticos actuales.

Similar a las tácticas fascistas, el, desgraciadamente, de nuevo presidente estadounidense promovió la idea de un enemigo interno que amenazaba la integridad nacional

En Estados Unidos, el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 mostró la vulnerabilidad de una democracia en crisis. La narrativa de "fraude electoral", promovida por Donald Trump, recordó las mentiras que las fuerzas reaccionarias utilizaron en España en 1936 para justificar su golpe. Similar a las tácticas fascistas, el, desgraciadamente, de nuevo presidente estadounidense promovió la idea de un enemigo interno que amenazaba la integridad nacional. Asimismo, se apoyó en figuras religiosas conservadoras y grupos de extrema derecha, estableciendo paralelismos con la participación de la Iglesia católica en la propaganda franquista.

Europa también enfrenta su propio resurgimiento autoritario. Líderes como Viktor Orbán en Hungría han implementado reformas que erosionan la independencia judicial, limitan la libertad de prensa y concentran el poder en el ejecutivo. Marine Le Pen en Francia, y partidos de ultraderecha en Suecia e Italia, han utilizado el miedo al inmigrante y al "otro" para ganar terreno político

Europa también enfrenta su propio resurgimiento autoritario. Líderes como Viktor Orbán en Hungría han implementado reformas que erosionan la independencia judicial, limitan la libertad de prensa y concentran el poder en el ejecutivo. Marine Le Pen en Francia, y partidos de ultraderecha en Suecia e Italia, han utilizado el miedo al inmigrante y al "otro" para ganar terreno político. Estas estrategias, basadas en la polarización y el nacionalismo extremo, recuerdan las tácticas empleadas por Mussolini, Hitler y Franco en el siglo pasado.

En el ámbito global, actores como Donald Trump en Estados Unidos, Vladimir Putin en Rusia y Xi Jinping en China demuestran cómo las narrativas autoritarias se reciclan y adaptan a nuevas realidades. La invasión de Ucrania por parte de Rusia no solo es una agresión territorial, sino también un intento por deslegitimar los valores democráticos en la región.

Hoy, la unión de los países democráticos de Europa incluyendo de nuevo a Reino Unido y a Canadá, con su inquebrantable espíritu democrático, simbolizan el potencial de solidaridad internacional frente a las amenazas autoritarias

La historia de la Segunda República Española y su destrucción a manos del fascismo nos recuerda la fragilidad de las democracias y la importancia de defenderlas. Hoy, la unión de los países democráticos de Europa incluyendo de nuevo a Reino Unido y a Canadá, con su inquebrantable espíritu democrático, simbolizan el potencial de solidaridad internacional frente a las amenazas autoritarias.

No obstante, la pasividad de las potencias democráticas en los años treinta también es una lección valiosa. La inacción frente a la agresión fascista no hizo más que alentar a dictadores como Hitler y Mussolini, llevando al mundo al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, cuando las democracias enfrentamos desafíos similares, resulta fundamental mirar al pasado para encontrar respuestas y estrategias que fortalezcan las instituciones democráticas.

Es vital educar a las nuevas generaciones sobre los peligros del autoritarismo y la manipulación política. Como dijo Miguel Chapiro Junger (1), superviviente tanto del franquismo como de los nazis: "Los fascistas no quieren libertad, quieren poder". Esta frase resuena no solo como un diagnóstico del pasado, sino como una advertencia para el presente.

A través de este análisis histórico, con opiniones absolutamente personales, y su conexión con los fenómenos actuales, pienso que queda claro que las democracias nunca están completamente a salvo. Aprender de episodios como la Guerra Civil Española es imprescindible para diseñar un futuro en el que la verdad y la justicia prevalezcan sobre la mentira y la opresión. Las lecciones del pasado no garantizan inmunidad, pero sí ofrecen las herramientas necesarias para resistir y, con suerte, evitar que la historia se repita.

 Notal al pie:

  • (1) Miguel Chapiro Junger, nació en Dresde, Alemania, en 1923, pero vivió en Madrid hasta la Guerra Civil y en París hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Su padre, José Chapiro, fue un periodista nacido en Rusia que cubría temas de cultura y arte, y su madre, Adrienne Junger, provenía de una prominente familia de Salzburgo. La familia se mudó a Estados Unidos durante la guerra, donde Miguel se licenció en ingeniería en el MIT y luego en Harvard obtuvo su doctorado.

Referencias y bibliografía:

  • Preston, Paul. La Guerra Civil Española: Reacción, revolución y venganza. Debate, 2006.
  • Beevor, Antony. La Guerra Civil Española, Editorial Crítica
  • Stanley G. Payne. Franco y Hitler: España, Alemania, la Segunda Guerra Mundial y el holocausto. 2008 La Esfera de los Libros.